El accidente de metro de Valencia ha eclipsado la tragedia cotidiana de la inmigración. Tres muertos en la valla de Melilla, esa frontera entre el sueño y la desesperación, vuelven a cuestionar las políticas de control, discutidas por la Comisión de Libertades Civiles, Justicia e Interior del Parlamento Europeo, mientras Europa no acaba de fortalecer los esfuerzos del gobierno español con el Plan África.
Resuenan los disparos todavía no aclarados mientras más cayucos embarrancan en Canarias y las ONG´s no cesan de denunciar el trato de Marruecos a los inmigrantes africanos (entrevista con Helena Maleno, llamada Ángel del Desierto por su búsqueda de subsaharianos expulsados de Marruecos) unos días antes de la cumbre entre Europa y Marruecos.
Las organizaciones humanitarias subrayan el acento en la estrategia de seguridad para un problema casi imposible de parar sin políticas de desarrollo en África.
En los blogs y en la prensa marroquí encuentro poca información sobre un tema visto con distancia por el país magrebí, que sigue expulsando hordas de sus ciudadanos a Europa en parecidas condiciones.
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