Madrid centro, cerca del parque de El Retiro. Un ciudadano encuentra un pájaro muerto en una acera y llama al teléfono de emergencias 112. "Llame al 902 02 44 66". El teléfono de la Comunidad de Madrid para vigilar la enfermedad de las aves que ya está en España.
"No lo toque. No lo recoja. Gracias por informarnos, iremos a recogerlo enseguida". El pájaro, un gorrión está aplastado contra la acera. ¿Calor? ¿Gripe?
En la finca adyacente hay portero. "Déjeme que recoja eso". No, no. Ya vienen los de la Comunidad a por el bicho.
24 horas después suena el móvil. "Oiga, es usted quien notificó un pájaro muerto en la calle tal con tal". Perplejidad. ¿Pero aún no han venido a cogerlo? "¿Lo tiene en casa? ¿Alguien lo ha tocado?".
El ciudadano avistador se extraña. Un día después. El pájaro voló. Metafóricamente, claro. Se lo habrán llevado los barrenderos o alguien le habrá dado una patada y lo ha enviado debajo de un coche.
-Pero, ¿no me habían dicho que venían enseguida, que era urgente?
-Sí, pero es que estamos desbordados. Desde que apareció el somormujo de Vitoria los pájaros caídos son llamadas a cientos y no damos abasto.
-¿Y cómo se organizan?
-Por lista de espera. Vamos cuando podemos.
Los recogedores de blanco antiepidemias están colapsados. En la Comunidad de Madrid se quejan del gobierno, como siempre. Quizá deberían atender más sus obligaciones.
Los cadáveres de los pájaros vuelven a la atención de tiempos remotos. Si encuentras uno, llama, pero la espera puede ser larga. El miedo multiplica los vigilantes y colapsa en algunas comunidades el Plan Coordinado de Alerta Sanitaria Veterinaria.
P21 | La gripe llega volando