Gumersindo Lafuente cesa como director de elmundo.es. Pedro J. Ramírez destituye a la persona que ha convertido al diario digital en un referente de la información en internet en español y en uno de los cibermedios más exitosos del mundo. El ya ex director puede quedarse en la redacción de Pradillo, pero la relación entre El Mundo y elmundo.es cambia irremediablemente. Su sustituto está por llegar, pero será un hombre fiel al director del diario más personalista de España.
Es el último arrebato de ira del papel y el viejo periodismo de opinión, ideologizado, dictador del lector, vicario de tantos intereses ajenos a su público. O peor, que lo tiranizan. Periodistas de presa que se cobran políticos efímeros y hacen más cínicos a sus lectores.
Pedro J. Ramírez vislumbra la gran crisis de la prensa tradicional. La caída de difusión y audiencia se ceba este año con todos. Los diarios sufren el fin de una era. El periodismo vive acechado por la excesiva cercanía con la política, los poderes, el dinero, las licencias audiovisuales, las deudas de unos con otros.
La imaginación cede.
La libertad, también
Disminuye la capacidad para crear una relación nueva con el lector basada en la utilidad, la cercanía, la información sin soberbia, el servicio, la confianza, la rapidez y la lucha denodada por avanzar cada día un paso más en la calidad y la profundidad.
Entre El Mundo y elmundo.es existe una sima de profundidad insondable. Un cisma desafiante. No podía durar. El viejo poder no lo soporta.
Y el poder responde con la fuerza. Gumersindo Lafuente y su equipo ganan esta batalla aunque las bajas (temporales) sean dolorosas. La información orientada al lector, respetuosa y atenta a sus necesidades, empeñada en superarse para ganar su confianza, ambiciosa por aprovechar todas las herramientas digitales, será la ganadora.
La suerte está echada.
Los grandes diarios del mundo ya unen sus redacciones y se vuelcan cada vez más en internet, el único soporte donde el texto será tan poderoso como una vez lo fue en el papel. Si la democracia era inevitable con la rotativa, como dijo Carlyle, con la información digital es universal y mucho más directa.
Los jerarcas chinos, los ayatolás iraníes, los dictadores caribeños lo saben. Algunos directores y ejecutivos de la prensa todavía no.
Emplean su fuerza aupada en una publicidad remolona y sobre elites más lentas que la sociedad para detener lo inevitable. Cuentan ejemplares perdidos mientras intentan mantener el espejismo de un poder que se desvanece.
El buen periodismo sobrevivirá. El servicio al lector/audiencia/público, ciudadanos, sea cual sea la denominación, nombrará a vencedores y vencidos.
Elmundo.es tendrá un nuevo director de la mayor confianza de Pedro J. Ramírez. Necesita un fiel profesional para defender un diario y una posición agarrotada en sus agujeros negros, periodismo aquejado del síndrome Watergate y empeñado en conducir países sin presentarse a las elecciones.
Una parte de los 9,9 millones de usuarios únicos de elmundo.es desaparecerán. Algunos llevan esperando mucho tiempo. Rumiaban su maldición de no soportar El Mundo mientras el diario líder digital, el que mejor satisfacía sus demandas, pertenecía a la misma empresa. Internet es infiel. El hábito del kiosco, el diario de todos los días, la complacencia con la cabecera propios de una época industrial, de cambios lentos y pesados, esforzados, acaba. La velocidad y la independencia del ciberespacio son imparables. O estás donde se debe estar o lo estarán otros. O tienes la mejor información posible en el momento preciso o alguien te adelantará y los usuarios saben cómo encontrarla.
Si elmundo.es es sólo apto para lectores de su padre de papel jugará en otra liga y dejará espacio a sus competidores, a los de la vieja prensa (El País, ABC), a los digitales ideológicos (Libertad Digital) o a los nuevos competidores (20 Minutos).
El escenario del periodismo digital español puede cambiar radicalmente y abolir la anomalía de un líder que acapara un pedazo abusivo del mercado de audiencia y publicidad.
Gumersindo Lafuente inventó un diario digital nuevo después de la marcha de Mario Tascón y todo su equipo a ElPaís.es. Supo construir una identidad propia frente a la expansiva y abrasiva de su origen.
Su última victoria abrirá una nueva época en el ciberperiodismo español.