El gobierno ha aprobado una ayuda extraordinaria de 10,5 millones de euros a Marruecos en medios materiales para "la mejora del control de su fronteras y el refuerzo de la lucha contra la inmigración ilegal".
El reino alauí cobra por adelantado lo prometido unos días antes de la Cumbre Europa-Africa sobre inmigración que se celebrará la semana próxima.
Las declaraciones de los comisarios europeos y el énfasis en colaboración y desarrollo contrastan con el dinero, los medios y las denuncias de las organizaciones no gubernamentales sobre el excesivo acento en seguridad.
Europa paga por su seguridad, pero le cuesta más ayudar al desarrollo y conseguir que su dinero no se pierda en proyectos faraónicos y burocratizados o corruptelas locales.
El rey Mohamed VI cuesta a los marroquíes treinta veces más que la Casa Real a los españoles. Las aficiones reales son caras. Su enorme fortuna y sus negocios no mejoran demasiado la vida de sus súbditos, emigrados en condiciones similares a las de los subsaharianos.
Dinero. También hará falta control de los recursos y una política de desarrollo efectiva.
Bienvenida sea la primera reunión de África y Europa para hablar de inmigración tras las muertes en la valla de Melilla y el goteo de ahogados en Canarias. Pero la seguridad sólo será posible con un futuro en África. Es su responsabilidad, pero también la de las viejas potencias coloniales.
P21 | Estampados contra la valla