Los gobernantes sólo son señores y señoras. El estado se pone a la altura de los ciudadanos y elimina los viejos tratamientos. Para ser ilustrísima será necesario ser obispo o juez. Sus señorías mantienen tratamiento y escaño, pero su señorío sólo es delegado de la voluntad popular.
El Código para el Buen Gobierno del Gobierno --repítalo tres veces de delante a atrás y de atrás a adelante-- acaba con siglos de lenguaje jerárquico, endurece las incompatibilidades de los gobernantes y pide esa austeridad tan alejada de nuestra tradición política, heredera de los fastos eclesiásticos e imperiales.
A unas semanas de la Navidad, ¿qué harán con los regalos y las cestas que ya están en los sótanos y transportes del correo? Los ministerios y organismos devolviendo paquetes. Habrá que verlo. Las redacciones y reporteros políticos con las manos vacías. ¿Quién les comprará ahora los pañuelos, las agendas, los bolígrafos?
Este año se salvan, el Código no estará a tiempo. El que viene, cada cual a pagarse el turrón.
Lenguaje llano para el pueblo llano. Democracia sencilla y plana, sin oropel vacuo ni distancia impuesta por las formas. El talante es cercanía. Ya era hora. Cúmplase.
El Correo | Adiós a 'su excelencia'
El Correo | Ministros y altos cargos tendrán que hacer públicos sus bienes