A Esperanza Aguirre, presidenta de la Comunidad de Madrid y faro liberal popular (según sus aduladores), no le gusta la operación de promoción de Cuatro en la plaza de Colón, donde invita a los aficionados a ver los partidos de la selección española en el Mundial de Fútbol.
Para contrarrestar la oferta de la televisión en abierto de Prisa la Comunidad de Madrid instalará mañana una pantalla gigante en la fachada de la Real Casa de Correos, sede del ejecutivo regional, de 10,4 metros de largo y 6,8 metros de alto. El encuentro se ofrecerá a través de La Sexta, la cadena que fue atacada por el PP por no poder garantizar la emisión para todo el territorio de los partidos de interés público.
El Ayuntamiento de Madrid, encabezado por Alberto Ruiz-Gallardón, con el que Esperanza Aguirre mantiene una pelea partidista con el mayor desprecio para los intereses de los ciudadanos, permitió desde el principio la iniciativa de Cuatro.
La diferencia es que la cadena de Sogecable instaló sus equipos y la presidenta madrileña montará el show futbolístico con los impuestos de todos.
Otra lamentable evidencia de cómo algunos políticos entienden el mandato público como una regalía para sus objetivos personales y partidistas.
Aguirre no tiene medida en esto de manipular el sector audiovisual para sus intereses. Lo demostró con la pugna con el gobierno para mantener un segundo canal autonómico, La Otra. Adjudicó las licencias de televisión en Madrid a su real gana y sin informe del Consejo Audiovisual autonómico. Y ya puesta hizo desaparecer al Consejo Audiovisual de Madrid concentrando el poder sobre las televisiones madrileñas en el propio gobierno de la comunidad. Eso sí, lo vendió como un triunfo del liberalismo. Como si eliminar organismos de regulación en teoría independientes y asumir sus funciones desde los gobiernos regionales fuera aumentar la imparcialidad de las concesiones y supervisión de las televisiones autonómicas y locales.
La voracidad audiovisual de Esperanza es insaciable y está dispuesta a reabrir la guerra digital de su admirado Aznar (ahora consejero de Rupert Murdoch) contra Jesús Polanco y para mayor aplauso de sus medios afines.
Pagan los ciudadanos. ¡Viva el populismo liberal!