Los magnates del ladrillo nunca han salvado a la prensa de sus crisis. Siempre la han utilizado para sus intereses ajenos a la información o para sus caprichos de reconocimiento social e influencia política. Sam Zell, dueño desde hace poco más de un año del grupo Tribune, es el último protagonista de una albañilería periodística que permanentemente ve cómo se derrumban sus construcciones.
Una deuda de 13.000 millones de dólares ahoga al grupo resultado de la fusión de Tribune con Times Mirror, con un vencimiento de 70 millones de dólares que es incapaz de pagar por las demoras en vender algunas propiedades como el equipo de béisbol Chicago Cubs.
Caída de la publicidad y la difusión, deuda, activos cuya venta tarda más de lo esperado y crisis de dirección. Una tormenta perfecta, en palabras del dueño de Tribune.
¿Reconoces la radiografía? Es casi idéntica a la de Prisa, que el viernes pasado volvió a poner al fundador de El País, Juan Luis Cebrián, al frente de su dirección para tratar de salir de la crisis agudizada por una deuda de casi 5.000 millones de euros, el retraso y las rebajas en la venta de Digital Plus, y una cotización en bolsa que ha vuelto a caer y deja otra vez la acción a dos euros y medio.
El resultado del imperio construido en Chicago por el coronel Robert R. McCormick (Chicago Tribune) y en Los Ángeles por Harrison Gray Otis y su yerno Harry Chandler (Los Angeles Times) cae arrastrado por la crisis del fin de la era de la prensa.
Ni los cambios en Chicago Tribune ni en Los Angeles Times han podido salvarlo.
Ningún plan de rescate ha funcionado cuando cada vez es más difícil para los medios conseguir crédito por su crisis estructural a la que se ha sumado la crisis económica.
El ladrillo y los grandes medios caen al tiempo acechados por problemas financieros similares. Y es peor para los medios, porque hasta hace poco las casas se vendían cuando la audiencia y la publicidad desertaba ya de la prensa de pago.
La deuda de Tribune excede nueve veces su resultado operativo antes de impuestos, todavía más que la de Prisa, casi seis veces sus resultados previstos para este año. La bancarrota y la suspensión de pagos, con una futura reestructuración o nueva venta del grupo amenaza al grupo resultado de dos dinastías históricas de la prensa norteamericana.
En España las dinastías mediáticas son más recientes, y su crisis, rápida. La de los Polanco puede llegar a ser corta, igual que la de los Asensio cuando Zeta vive pendiente de su futuro tras su fracasada venta.
A ambos les espera un futuro difícil sin nuevos socios.
Cebrián vuelve a tener todo el poder y muchos temen que se vuelvan a cometer los mismos errores de los últimos tiempos, desde el cambio en la dirección de El País y la opa sobre Sogecable hasta la guerra del fútbol con Mediapro.
Los ajustes de salarios, las jubilaciones anticipadas y los despidos pactados, unidos a la congelación de dividendos, intentan evitar la necesidad de un nuevo socio que asuma el control o tener que vender otras empresas del grupo.
Pero la atracción entre ladrillo y prensa no para. En Galicia se prepara el lanzamiento de Xornal de Galicia, dirigido por José Luis Gómez (ex director de La Voz de Galicia y de Publicaciones del Grupo Zeta) y financiado por Jacinto Rey, dueño del Grupo San José. Es la resurrección de las cenizas del proyecto de hace cuatro años, muerto poco antes de nacer.
Veremos si esta vez el editor/constructor sea como aquel viejo Otis que construía la ciudad de Los Ángeles al mismo tiempo que su diario, y no como los magnates de esta era, envueltos en aventuras financieras y una desmedida pasión por su propio ego.
Guerra Eterna | La prensa en la UVI