Es el nombre que Íñigo Sáenz de Ugarte puso a su blog cuando lo creamos hace ya unos años. Y otra vez la maldita frase se hace realidad con el mayor ataque de Israel a Gaza en muchos años tras las bravatas de Hamás.
Mahmud Darwish murió este año sin ver a Palestina libre de la opresión israelí y de la tiranía de las banderías internas. Todos soldados de dios que sólo consiguen acostumbrar a la muerte a quienes, como toda persona, tienen deseos de vida, como explicó el gran poeta de Palestina.
Darwish murió a tiempo para no ver cómo vuelve el sufrimiento a la tierra más disputada y donde los intereses electorales israelíes y palestinos -elecciones en febrero en Israel con posible vuelta del conseravdor Likud al poder y pugna incesante entre Fatah y Hamás- no son ajenos a las bombas.
Todo después de un bloqueo que ha sumido a Gaza en la peor de las miserias con la intención israelí de ahogar y provocar a Hamás, centrar los ojos del mundo en el problema humanitario frente a la política y desestabilizar Egipto, como bien explica Sara Roy.
Barack Obama no nos sacará de este conflicto eterno y enconado, donde entre todos consiguen uno de los peores y más largos sufrimientos del siglo XX que se prolonga en el XXI. Una bomba de efectos retardados y ponzoñosos que desestabiliza el mundo entero.
Pero Obama tampoco nos sacará de este error y sufrimiento. Robert Fisk, uno de los periodistas con mayor conocimiento de este horror, alerta sobre las falsas expectativas.
Ni hay progresos ni las conversaciones diplomáticas sirven ya.
Para nuestra patria cautiva,
la libertad de morir consumida de amor (...)
Pero nosotros en ella
nos ahogamos sin cesar
Lamento de Darwish, poeta palestino.