Un 2,6% de Galicia está arrasado por los incendios de agosto, según la Xunta. 77.000 hectáreas según el recuento final. Adena calcula una pérdida de 13.500 euros por hectárea (más de 1.039 millones de euros) y hace un llamamiento "al consenso y entendimiento político para sacar al monte gallego de esta grave situación ecológica, social y económica y hacerlo menos vulnerable al fuego a medio plazo".
El objetivo de casi todos. Ahora lo importante es descubrir qué ha ocurrido y por qué para evitarlo en el futuro.
Mientras, la lucha política sigue y los diputados del Congreso recién llegados de vacaciones vuelven a las andanadas.
Las soluciones de gestión forestal y desarrollo ambiental, cultural y territorial centran algunas primeras iniciativas como las de la Consellería de Medio Rural.
El portavoz del BNG en el Congreso, Francisco Rodríguez, ha denunciado en la Diputación Permanente la intencionalidad de los fuegos y aviva la acusación contra una trama con "afán de hacer daño y caos y crear alarma social con gran visibilidad pública".
La investigación policial debe ser tan profunda y exigente como la terrorista o la que se llevó a cabo contra el narcotráfico en las rías (Operación Nécora y demás). El silencio se puede romper cuando hay sensibilidad social y una acción policial y judicial decididas.
Los ciudadanos tienen derecho a conocer qué ha pasado y si las acusaciones son ciertas.
Un nuevo frente se abrirá en breve: cómo recuperar y desarrollar las áreas arrasadas. La presión de vecinos, partidos, ayuntamientos y empresas será grande. Unas veces con razón y de buena fe. Otras, no tanto.
La gestión y superación del desastre necesita no sólo de cifras, sino de un análisis cuidadoso de la superficie quemada, su catalogación y usos actuales, y su futuro de acuerdo a la reformada Ley de Montes y su prohibición de "cambio de uso forestal al menos durante 30 años".
Pero es necesario saber cuáles de los terrenos afectados por los incendios son montes y cuáles de otro tipo, como rústicos o de núcleo rural, abundantes en Galicia y cuyos usos de infraestructuras, agrículas y ganaderos, cinegéticos, residenciales, de ocio y turismo son más flexibles.
A pesar del recordatorio de la prohibición de recalificación urbanística realizada por la Consellería de Política Territorial, la necesidad de desarrollar áreas afectadas y la presión económica, social y política futura obligará a cambios en el uso del suelo.
Vigilarlos y planificarlos de la forma más beneficiosa para la comunidad y los derechos de los afectados es uno de los mayores desafíos una vez apagado el fuego.
Es deber de la Xunta ser transparente para no caer en errores pasados y apoyarse en la sociedad para planificar y vigilar el mejor desarrollo del territorio.
Entre los objetivos están:
>> fortalecer la prevención de incendios (pdf) y la inspección urbanística recientemente aprobadas,
>> avanzar en la elaboración de una estrategia de desarrollo sostenible para devolver a las rías, montes, costas y riberas afectadas su esplendor natural,
>> y revivir un medio rural abandonado y mal estructurado después de años de inversión europea que en algunos casos ha fomentado la modernización y en otros la irresponsabilidad y los gastos poco productivos.
Galicia padece feísmo exterior e interior con un espacio público diminuto, como bien dice Juan Freire. Un país cuyos anhelos de nación enmascaran a menudo la debilidad de su comunidad, de sus lazos sociales y culturales. Un país asolado por el minifundismo de la tierra y de muchas mentes.
El mapa de lo quemado con sus calificaciones y utilización (al estilo de lo que ahora es la cartografía Corine con los usos del territorio) es imprescindible para acabar con la guerra de cifras, el secretismo, abrir la planificación al debate de los ciudadanos y vigilar el futuro del territorio.
Un correcto uso de los instrumentos y tecnologías existentes puede ayudar a perseguir el rastro del fuego y a dibujar una Galicia mejor desarrollada y más preparada para evitar nuevos siniestros como los vividos. La difusión de información y la convocatoria de iniciativas y programas comunales, privados e institucionales apoyados en intercambio de información y propuestas abiertas al debate público pueden ayudar a romper los males atávicos.
Hace falta voluntad para una política de desarrollo abierta al debate social, gestión compartida de la información y la educación necesarias para que vecinos y ciudadanos en general puedan analizar sus problemas, ayudar a proteger su medioambiente y forjar un futuro mejor donde el fuego repose en las lareiras.
P21 | Galicia negra