La muerte de los pájaros no era tan vigilada desde hace muchos años, siglos. Desde la muerte de Eneas nunca se volvió a escrutar tanto las entrañas de las aves y su vuelo. Entonces los lúcidos adivinaron el fin de la era de los héroes y ahora muchos alertan sobre el futuro de la muerte animal.
Por eso los nuevos sacerdotes del positivismo científico recogen los cadáveres de los emplumados. Ahora nadie, casi ni los curas, visten túnica, así que los vicarios de la ciencia adoptan el blanco, pero sustituyen la incomodidad de las ropas holgadas por las fundas de plástico impermeable. Filtros contra el pecado de las aves.
Cuando el hombre está más lejos de la naturaleza, el peligro vuelve a venir de los animales en forma de virus mutante.
H5N1 es ahora. Antes fue el ébola y después las vacas locas. El vómito de sangre de la venganza de los simios, los cerebros hinchados por los peores mugidos de la historia de los cornudos.
La muerte salta de especie a especie en un juego de la oca maldito. Y muchos temen.
Pájaros asesinos, les llamaba ayer mi amigo Benjamín Prado en un delicioso artículo donde recordaba los versos ultraistas de Neruda sobre las aves, recuerdo de un tiempo en el que los seres con plumas eran la esperanza de la aviación que comenzaba: el mayor icono del progreso jamás soñado.
Inmóvil en la muerte. Parecías
Una rosa cortada, o una estrella
Desterrada del trono de la noche
El pájaro muerto de Luis Cernuda no era un presunto asesino, era un sueño de deseo. Ahora ves un ave muerta y tienes que llamar al 092 para que vengan los vicarios de blanco a escrutar las entrañas como hacían los vates en la época de los héroes.
Mueren los cisnes, símbolos de la belleza soñada por los nórdicos y entristecen las aguas de los ríos germanos. Mueren los rutinarios patos y las domésticas gallinas.
¿Mueren las águilas? ¿Y el cóndor?
Quizá los reyes de las aves son los dueños de la maldición.
Otra vez a leer las entrañas de los de plumas (los idus de marzo serán buen momento), hijos de los dinosaurios y heraldos de un tiempo sin humanos. Quizá por eso amenaza el virus mutante. A lo mejor se han cansado de nosotros y añoran la era cuando el lamento del hombre no dañaba la Tierra.