Alegra oír al presidente de la Corporación RTVE hablar de la televisión estatal como la de 45 millones de accionistas, aunque sea para reclamar un debate electoral al que Rajoy no se puede negar.
Sólo así, con responsabilidad económica, social y corporativa, se puede sacar a RTVE de su calamitosa situación.
Luis Fernández anuncia "superávit presupuestario y balance positivo" en el primer año de la Corporación y de la aplicación de la reforma de la televisión pública estatal impulsada por el presidente José Luis Rodríguez Zapatero y su comité de sabios.
El truco ha sido la contención del gasto. La reducción de personal ha afectado a 3.102 trabajadores de los 4.150 que deben abandonar RTVE.
El presupuesto de 2007 fue de 1.209 millones de euros, 327 menos que en 2006 (-21%).
La subvención estatal ha sido de 435 millones frente a 580 en 2006 por el antiguo método presupuestario.
Fernández también destacó la reducción de publicidad de 12 a 11 minutos por hora. Una medida menos drástica que la proclamada por el presidente francés, Nicolas Sarkozy, y que aplaca sólo muy limitadamente a las televisiones privadas. Y eso sólo mientras siga creciendo el mercado publicitario en la televisión generalista.
En la programación las cosas sólo han ido mejor en los informativos, que han vuelto a recuperar trémulamente un liderazgo varios años perdido en favor de Antena 3. La cadena sigue peleándose con Antena 3 por el segundo puesto de audiencia y La 2 ya es la última de las nacionales.
Pero Luis Fernández saca pecho.
Ahora vienen las elecciones y habrá que demostrar la independencia. Difícil cuando el propio PP rehúsa ver a TVE como la televisión de todos.
Pero el periodismo, el mandato marco y la sociedad obligan.
La gran estrella de los próximos meses será la renovación digital de la radiotelevisión pública conducida por Rosalía Lloret y su equipo.
Antena 3 y Telecinco ya se han apresurado a renovar sus portales con una fuerte apuesta audiovisual por el entretenimiento y el convencimiento de que los fans habitan en la Red.
La apuesta de RTVE será distinta, según fuentes del equipo, con una vocación más social (al estilo de sus experimentos en YouTube), el objetivo de aprovechar la historia y los enormes contenidos generados por la Corporación, y el desafío de convertir la vieja estructura de la radiotelevisión pública en el embrión de una empresa multimedia.
Después, la nueva sede y su polémica, las Olimpíadas de Pekín y la guerra de los derechos deportivos...
A Luis Fernández y su equipo todavía le quedan muchos desafíos. Pero una televisión pública que empieza a tener conciencia de servir a 45 millones de personas, público y accionistas a la vez, es mejor que la anterior. Sin duda.