Aeropuerto de El Prat. Barcelona. Viernes, 25 de enero. 22.00 horas. Paso el control y la guardia de seguridad me pide que me descalce. Me niego y le digo que no hay ninguna ley ni reglamento conocido que me obligue. Reclama a la Guardia Civil. El agente pone cara de circunstancias y me explica que es una pesadez, pero que los arcos antimetal de este aeropuerto tienen sensibilidad a unas pequeñas placas que llevan los zapatos. A descalzarse.
Y por no perder el avión, lo haces. Y una vez más nos pasa por encima el control abusivo.
Al eurodiputado Ignasi Guardans, el que más ha luchado contra los abusos aeroportuarios,le pasó lo mismo y denunció a un agente de seguridad y a un guardia civil.
La mayoría de las veces nuestra necesidad de volar nos hace renunciar a nuestros derechos.
Como cuando desnudan nuestra intimidad en esas ridículas bolsitas de plástico.
Vale la pena leer este artículo de Guardans en Público para no dejar de luchar por nuestros derechos de ciudadanos libres. O casi.