20 Minutos ha recogido la idea de la que hablamos aquí hace un mes y propone un debate entre Zapatero y Rajoy en internet, abierto a todos los medios y a todo el público.
Muchos medios ya se han sumado a la iniciativa. Nadie quiere quedar fuera.
Es la hora. Cuando hace tiempo que vemos a los candidatos demócratas y republicanos norteamericanos debatiendo en YouTube o a los políticos españoles como locos por salir en Tengo una pregunta para usted aunque sea en desconexión autonómica, el próximo debate electoral no puede seguir siendo cerrado al público y patrimonio de la televisión.
Ahora que Rajoy ha aceptado el debate que no pudo ser en 2004 nadie se puede esconder en la guerra de en qué televisión se emite ni en las condiciones pactadas que convierten en una farsa los pseudodebates electorales, como ocurrió, hasta la vergüenza más espantosa, en las elecciones municipales y autonómicas pasadas.
Con la mitad de la población utilizando internet de forma habitual y la emergencia de la ciberpolítica es hora de que los políticos utilicen la Red para algo más que propaganda.
Un debate retransmitido por todos, ahora que internet también es audiovisual es un avance, pero no suficiente.
1. Limitar las rígidas condiciones de los partidos y abrirlo a la ciudadanía.
El debate debe ser abierto si se quiere que la ciberdemocracia aporte algo más allá que la multiplicación de canales para emitir la redundancia.
Debe estar abierto al público, a todo tipo de temas y fijar sólo limitaciones temporales y de espacio, sin estar sometido a las listas de temas y turnos impuestas por los candidatos y partidos.
2. Abierto a preguntas de los ciudadanos elegidas por ellos mismos.
Para ello es necesario crear un sistema de recepción de preguntas de los ciudadanos y que ellos mismos puedan votar por las más interesantes, sin que los partidos o los candidatos puedan vetarlas, aunque están en su derecho de no responderlas si no quieren.
El formato debería ser muy similar al de 10 Questions, ya imitado en España por 10 Preguntas. El objetivo es abrir al máximo la participación y que los propios usuarios voten las preguntas más interesantes para los votantes.
A esta idea se podría sumar la inmediatez del debate en directo. Los segmentos se pueden mantener después en internet divididos por preguntas para mejorar la consulta y navegación.
Pero, ¿por qué no abrirlo más allá de los medios?
3. Abrirlo más allá de los medios. Multiplataforma.
También es el momento de que la ciberdemocracia y la presencia en internet tan cacareada por los candidatos para su uso propagandístico vaya más allá de los medios, sean tradicionales o no.
El debate debería organizarse de forma independiente con un comité de patrocinadores y ofrecerse en un sitio accesible a todos.
El código, tanto de la emisión de vídeo en directo como el de los formatos utilizados para la votación y archivo de preguntas, deberían ser abiertos y accesibles para que tanto los medios interesados como el resto de ciudadanos pudiera recogerlo en su integridad o en parte para ofrecerlo en diferentes sitios de la Red.
Sería una forma adecuada de que además el nuevo debate abierto no se convirtiese en una nueva guerra de marketing entre los medios.
Por supuesto, tanto todo el resultado del debate como sus diferentes partes deberían estar a disposición de otras plataformas interesadas, como los móviles.
4. No excluir la participación de otros candidatos y partidos.
No debe olvidarse que la democracia real no reside en internet ni en una conexión de banda ancha. La ciberdemocracia es sólo una interfaz más del sistema político, donde no están representados ni todos los ciudadanos ni todos los partidos.
La política de no exclusión obliga a difundir ese mismo debate por otros medios (televisión, prensa, radio, móviles, etc.) y a no excluir la participación de otros candidatos y partidos.
5. Tiempo, participantes y formato abierto.
Internet también puede dar algunas respuestas al eterno problema de cuántos candidatos, el tiempo del debate, etc. Quizá en televisión sea adecuado mantener ese cara a cara en directo entre los principales candidatos, que al menos deberían ser los partidos de ámbito nacional con representación parlamentaria.
Pero en esa web de debate electoral pueden estar todos contestando a las preguntas generales o a las dirigidas específicamente a cada uno de ellos por los internautas.
Sólo con la adopción de todas o una gran parte de estas características la ciberdemocracia aportará algo más a la democracia real que una amplificación de la redundancia de una campaña que ya ha empezado.
La ciberdemocracia debe ser el sistema operativo de la democracia de la era digital. Ni videocracia barata ni el espléndido aislamiento de la Declaración de Independencia del Ciberespacio si queremos una ciberpolítica para una mejor ciberdemocracia.