El telestado cuesta a cada hogar español 125,76 euros, 87,6 euros si se cuentan sólo las subvenciones. Las televisiones recibieron el año pasado 1.450,4 millones de euros en subvenciones. Las televisiones públicas ingresaron otros 637,7 millones en publicidad, muy por debajo de los 1.528,3 millones de euros de las televisiones privadas, según los datos del informe 2009 de la Comisión del Mercado de las Telecomunicaciones.
El telestado devora recursos públicos a mayor velocidad por la crisis en lugar de adelgazar y ahorrar dinero de las arcas públicas: 172 millones más que en 2008, cuando las subvenciones a la televisión fueron de 1.278 millones.
Las televisiones facturaron 5.991,1 millones de euros en 2009, un 12% menos que en 2008. La caída de la facturación publicitaria fue del 17,9% hasta los 4.541 millones de euros, así que las subvenciones sirvieron para aliviar el mercado audiovisual.
El aumento de dinero para las televisiones públicas no sirvió ni siquiera para sostener su audiencia, que sigue cayendo este año por encima de las privadas.
La publicación de los datos de ingresos y financiación de las televisiones en 2009 y la recurrida financiación de RTVE en Europa acelera la necesidad de un nuevo modelo de servicio público digital más allá de la televisión.
Un nuevo servicio público donde el dinero de los ciudadanos refuerce los contenidos, pero también el acceso a internet y el dominio público. El Estado debe animar la inversión en redes, que cayó por la menor facturación de las telefónicas pero también por las restricciones de crédito.
Una propuesta de servicio universal de telefonía más ambiciosa que la realizada por Industria y una subasta o licitación del espectro radioeléctrico resultado del dividendo digital con condiciones de inversión y servicios sería una buena inversión de futurpo para la sociedad de la información y ayudaría a impulsar la tan cacareada economía sostenible.
El sistema audiovisual español puede subsistir sin tanto telestado y una buena parte de los casi 1.500 millones que consume en subvenciones se podrían dedicar a más servicios y contenidos avanzados: científicos, culturales, educativos y tecnológicos.
Menos televisión y entretenimiento y más servicio público de acceso y contenidos digitales libres y abiertos para los ciudadanos garantizaría mayor creatividad y un refuerzo del dominio público.
El embrión de una sociedad donde los procomunes ayuden a extender el conocimiento y la innovación, en lugar de seguir apegados al control político de la información y a las cuotas de audiencia con programas que muy poco tienen que ver con un verdadero servicio público.