Gloria a la libertad de expresión, hasta que molesta. La información puede ser una conversación, pero a menudo el ruido la inunda y ahoga. Diálogo y debate no son lo mismo que cientos de comentarios. La confusión devalúa uno de los beneficios de la democratización que pueden aportar los medios digitales. Es lo que tantas veces ocurre con la participación, especialmente con los comentarios. El País retoma la discusión este domingo después de que hace unos días 20 Minutos decidiera por primera vez cerrar algunas noticias a los comentarios.
Entre las mayores ventajas de la participación en los medios informativos está su capacidad de ampliar el espacio público, escuchar a los ciudadanos e integrar el criterio social en la información. Para eso hace falta participación de calidad, algo que a menudo no ocurre.
La democracia a veces da miedo. La desintermediación se puede convertir en un caos cuando la participación asincrónica y la distancia permiten el exabrupto. Cuando no existe una verdadera comunidad para autorregularse y crear las bases comunes para que la cháchara pueda ser verdadera conversación.
Muchos medios, blogs y foros viven del ruido y la furia. Pero para otros son una devaluación de los valores de la participación y la relación con y entre la audiencia.
Leyendo los comentarios de los medios digitales nos encontramos con la realidad de la sociedad en la que vivimos. Los medios no son inocentes en la construcción del público. La infancia de estos años pasados permite aventurar algunas conclusiones e ideas para mejorar la participación en un espacio público común.
Porque podemos pasar de un primer estadio de participación e interactividad a otro donde los medios se conviertan en plataformas sociales para identidades de dominio público.
Plataformas sociales
Los medios deben construir las herramientas necesarias para que los usuarios puedan gestionar su participación e interactividad. Crear los espacios y herramientas adecuadas para escuchar a los usuarios, integrarlos en el proceso informativo y permitirles gestionar su identidad y participación.
Cuando se emplean registros y se crean perfiles donde poder seguir la actividad de cada usuario, la participación mejora. Cada usuario puede ser seguido o abandonado por los demás, se pueden crear estructuras donde valorar la actividad de cada usuario y se crean lazos entre ellos por afinidades.
Si además los usuarios pueden crear o sumarse a comunidades especializadas y segmentadas, la participación y las relaciones mejoran.
Medios para identidades de dominio público
Los usuarios crean una identidad para el resto del público. A través de ella difunden su actividad, los comentarios a la información y las conversaciones con otros usuarios y grupos.
El problema no está entre la libertad del anonimato o exigir la utilización de la identidad real. El problema es la construcción de la identidad, la confianza y la reputación. Esos rasgos se pueden logar con apodos de usuarios anónimos o revelando la identidad real.
La evolución de la web 2.0 y las redes sociales ha rebajado el valor del anonimato, tan prestigiado en los primeros años de la web, para primar las identidades reales.
En la mayoría de los casos no son reales en el sentido estricto, sino representaciones subjetivas de lo que los usuarios quieren ser o al menos cómo quieren mostrarse ante los demás. Es la identidad de dominio público: nos permite gestionar nuestra actividad y personalidad en el ciberespacio, emplear identidades múltiples o parciales en función de nuestra actividad digital general o la desplegada en determinados espacios y medios.
Construir medios para identidades de dominio público permite recuperar el consenso original entre público y medios para expandirlo a la participación.
A los medios les ofrece más control sobre los contenidos y actividad de los usuarios. Al público le dota de herramientas para valorar qué y cómo compartir de los datos y contenidos constitutivos de su identidad en red.
Es aquí donde los sistemas de confianza -distribuidos o algorítmicos, como han destacado Craig Newmark o Clay Shirky- pueden ayudar a reforzar la reputación y confianza entre usuarios.
El periodista y los medios como redes sociales
Para mejorar la participación, los medios y los periodistas deben ser visibles, activos y abiertos. No basta con ser un repositorio de opiniones. Para convertir los medios en espacios públicos, la guía, conducción, valores y estilo de la participación e interactividad corresponden al medio y a sus periodistas. Son quienes deben marcar las reglas y tono de cada espacio para que la participación del público vaya modulando y creando su personalidad.
Cada medio -blog, foro, red social, etc.- tiene la participación que se merece. Los temas, cómo se tratan y la relación con el público son elementos de definición de la autoridad, confianza y reglas de debate de cada espacio de debate.
Estar ausentes o fiarse sólo de la moderación algorítmica o de mínimas reglas -eliminación de insultos, difamaciones, racismo, etc.- ejecutada mecánicamente no es suficiente.
Los medios no pueden tratar los comentarios sólo como una renta de páginas vistas y tiempo de permanencia en los sitios. Si lo hacen, el valor de su participación baja.
Cuando los periodistas y el propio medio participan en la conversación y se convierten en elementos activos de las redes sociales y comunidades que crean se mejorar muchos procesos. El debate, pero también la relación periodística con fuentes y público, la incorporación de criterios de la comunidad, la fidelización, la personalización y la transparencia.
Es una nueva tarea, lleva tiempo y esfuerzo, pero aumenta la calidad del trabajo periodístico y de los espacios y debates públicos.
Medios abiertos para cada ciudadanos responsables
La responsabilidad es un elemento fundamental del periodismo. Pero también de la participación. Cuando las opiniones se publican pasan a ser también de los otros y la responsabilidad de los autores crece. En cada ámbito, independientemente del tema a tratar o el lugar donde se emita. Además de los mínimos requisitos de inteligilidad y respeto para evitar el ruido, cada discurso, espacio y público impone sus condiciones, acatadas o discutidas por los participantes.
La confianza es el valor fundamental de la comunicación y de la información. Sólo la confianza permite fiarse de los elementos del mensaje. Los datos, argumentos, estilo y comportamiento contribuyen a aumentar o disminuir esa confianza de los demás en los mensajes de un autor, de la crítica de un partido de fútbol a la recomendación de un restaurante hasta una exclusiva sobre un escándalo político.
Quienes más dan, más reciben. Cuanta más transparencia, más contexto, más entrega del contenido para su uso por los demás y más inversión en crear un público crítico, mayor valor de la información y su audiencia.
Las reglas son insufribles y dictatoriales cuando son impuestas y opacas. Pero son el tejido institucional de las relaciones -de la democracia- cuando son libres, compartidas y transparentes.
Crear reglas donde el mismo público tenga el sistema y espacio adecuado para conformarlas es un rasgo de personalidad de los medios sociales similar al que en otros tiempos era la voz editorial de muchos medios tradicionales, el frontispicio donde se reconocía su público.
No se debe tener miedo a las reglas para mejorar el debate. Pero hay que hacerlas participativas y abiertas. Capaces de generar el mejor espacio público para la información y la participación.
Acabo estas ideas abiertas al debate sobre la participación de calidad con algunos elementos concretos anticipados en algunas presentaciones:
1. Un perfil para cada usuario con pocos datos de registro, pero donde se pueda seguir la actividad de su privacidad compartida.
2. Construir comunidades informativas donde se reúne el público con intereses y actitudes comunes.
3. El periodista debe participar: como autor, guía y persona, no como dueño de la información ni el debate.
4. Reglas claras, concretas, abiertas y revisables.
5. Moderación de los anfitriones y metamoderación por la propia comunidad.
6. La conversación y la información es del público, no de los periodistas. Acomodar los criterios del espacio de participación al derecho a la información y la libertad de opinión y expresión.
7. Transparencia.
8. Minimizar el ruido: espacio limpio de spam, insultos, trolls, etc.
9. Reputación visible: generar herramientas y recursos para visualizar la reputación de los participantes por la calidad y reconocimiento de su discurso.
10. Coraje, crítica y sinceridad. Indispensables para no arrugarse, defender la provocación, la autocrítica, no caer en la complacencia y evitar la redundancia y el peloteo.