La actual crisis no es el fin del capitalismo, porque sigue siendo poderoso, flexible y maleable, de palabra y obra. Pero los representantes de la izquierda entrevistados por The Guardian esperan que sea al menos una oleada de reforma del capitalismo abstracto: la definición de Jarvis Cocker sobre la burbuja financiera. Cuando el dinero de la especulación y la ingeniería financiera (capitalismo posmoderno) no tiene que ver con el viejo objetivo de la producción de bienes (economía industrial).
Todos esperan una era más keynesiana (como Paul Krugman o Joseph Stiglitz), con mayor intervencionismo público. Echo de menos algo más de confianza e ideas sobre nuevas formas de organización más ciudadanas, más apoyadas en las redes y el tercer sector. Sin esas alternativas no lograremos ni siquiera un poco menos de codicia.
En las opiniones de los entrevistados vuelve a asomar una preocupación: la necesidad de más/mejor pensamiento y alternativas de izquierda para una economía cuya fuerza principal seguirá siendo el libre mercado.
De lo contrario, los apóstoles del capitalismo desenfrenado nos dirán que la culpa, es como siempre, de los reguladores. Ahora, por haber puesto el dinero demasiado barato.