"Cuando los medios padecen la falta de confianza de los ciudadanos, el compromiso del público en difundir la información que nos rodea debe marcar un progreso". Emily Bell, editora de la sección de medios de The Guardian, escribe un homenaje a la explosión de Periodismo 3.0 durante los atentados del 7J en Londres.
La periodista afirma, como hacía Dan Gillmor en We the media, que los periodistas ciudadanos son un desafío y una oportunidad para la prensa tradicional por las dificultades para verificar la información que proviene de ellos.
Bell dice que "la idea de abrir las puertas de los contenidos y las plataformas de distribución a todos conlleva un riesgo pero también una sustancial recompensa", y cita a la BBC y al propio The Guardian como ejemplos de aprovechamiento de las informaciones y comentarios del público.
Hasta aquí, Bell no hace sino reconocer una realidad que supera a los medios. Pueden adoptar o no el periodismo participativo, pero el público ha asaltado la información y ya no la va a soltar.
Cada vez más la disciplina de verificación que es el periodismo (Walter Lippmann, Project for Excellence in Journalism) se hace más exigente y cambia la naturaleza y funciones del trabajo periodístico, como reconocen algunos de sus practicantes más entusiastas.
El trabajo de los periodistas tendrá siempre una gran carga de investigación y seguimiento de las noticias, pero hay que contar con los ciudadanos, expertos y fuentes que se relacionan en el ciberespacio para construir la mejor información.
Surgen funciones nuevas como la de animador del periodismo participativo y la exigencia de verificación de la información se hace cada vez mayor, no sólo sobre las fuentes institucionales sino también de las aportaciones del público.
Bell hace una última reflexión interesante sobre la diferencia en abrir foros, blogs, pedir material informativo a los ciudadanos o dejar que la propia audiencia participe en el mensaje, como hizo Los Angeles Times con su fracasado intento de wikitorials (borradores de editoriales en wiki para su edición por los lectores), que fue cerrado tras el vandalismo de algunos, aunque el diario norteamericano ha prometido que lo volverá a intentar.
La periodista afirma que "hay un océano de diferencia entre abrir un espacio para que tu audiencia participe y permitir a cualquiera lanzar a la papelera tu marca periodística".
No es una buena reflexión. Los vándalos y los trolls abundan y siempre estarán ahí, pero los wikitorials pretendían acercar y compartir con los lectores la voz del diario bajo la idea de que siempre hay alguien que sabe más de un determinado tema. La marca y reputación periodística de cualquiera se compromete más cuando se repiten acríticamente y sin esa verificación necesaria datos retocidos y propaganda, incluidas las falsedades de los políticos.
El problema está en asumir los riesgos y ventajas, calcular y emplear los recursos necesarios para que la información final sea la mejor, gracias a la suma de lo más valioso. Para eso se necesita periodismo y periodistas. Las aportaciones de los reporteros ciudadanos deben contrastarse, editarse y ordenarse para la publicación en una información final más completa. No son como las agencias, volcadas directamente como si de noticias de la propia cabecera se tratase, pero la información no ha mejorado nunca sin un trabajo de calidad sobre ella.
El Periodismo 3.0 facilita contenidos, criterio, interactividad y voces a los medios tradicionales, pero no ahorra trabajo a no ser que las cabeceras periodísticas se conviertan en un simple agregador. Y eso sí es lanzar la marca a la basura.