En 1540 el tipógrafo Claude Garamont grabó un alfabeto tipográfico para el rey de Francia. Cien años después, Luis XIII instauraba la Imprenta Real a iniciativa del cardenal Richelieu y con el cometido de ser el proveedor oficial de documentos de Francia, un estatus que sobrevivió hasta 1994, cuando la Imprimerie Nationale se convirtió en una sociedad con un accionista único: el estado francés.
El gobierno de Francia está a punto de vender diversos establecimientos y divisiones del grupo Imprimerie Nationale sin proponer otro destino para su patrimonio que el almacenaje. Se priman sus funciones como impresor y gestor de documentos y registros públicos frente a la conservación de sus colecciones.
Un grupo de tipógrafos y bibliografos de todo el mundo se han movilizado contra la iniciativa privatizadora para reclamar una forma adecuada de gestionar el enorme patrimonio histórico de la institución.
El traslado se hará hacia un lugar desconocido y comenzará durante el primer semestre del 2005. La Imprimerie Nationale posee una de las mayores colecciones del mundo de originales y objetos tipográficos, grabados, libros e impresos que conforman un tesoro bibliográfico y del arte de la imprenta desde el siglo XVI, cuando en 1538 el rey Francisco I nombró el primer impresor real.
Es una colección de incalculable valor, única en el mundo y testimonio de la historia de la escritura. Contiene el repertorio de punzones con sus miles de caracteres occidentales y orientales, los equipos activos (fundidora, prensas tipográficas, litográficas y de talla dulce, máquinas de plegado y encuadernación), una biblioteca con más de treinta mil obras y los archivos de la Imprimerie d'Etat. Creado en 1539, en los mismos tiempos que el Colegio de Francia, este acervo es lugar de creación y memoria de un arte, y ambas cosas desaparecerán por falta de continuidad.
Los promotores de la iniciativa piden que no se dividan ni disgregen sus fondos y que sean gestionados por una fundación independiente con capacidad para gestionar, conservar, enriquecer y mejorar su patrimonio.
Como recuerdan los tipógrafos, cualquiera que en su vida haya usado un tipo Garamond, un Didot o un Fournier está en deuda con la Imprimerie Nationale y su legado.
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Grhaphe | Petición on line al Gobierno francés para salvar la Imprimerie Nationale
P21 | Renacimiento tipográfico