Una vieja táctica sensacionalista es hacer decir o hacer a otro lo que un medio quiere mantener o mostrar. Es una de las herramientas de manipulación más antiguas y usadas. El Mundo usó el sábado esta práctica para publicar en su portada, y además la de su 15º cumpleaños, una de las fotos filtradas del sumario del 11-M y que han aparecido en una página web.
El diario utiliza toda clase de disculpas para explicar porqué publican las imágenes que el juez de la Audiencia Nacional que investiga los atentados quiere eliminar de la Red.
El Mundo publica dos fotos, una en portada y otra en el interior, "cuidadosamente editadas" y "eliminados los primeros planos y cualquier elemento macabro y morboso para no herir a los familiares de las víctimas".
Por si acaso, describen lo que no se ve con pelos y señales para intentar no incurrir en delito pero no dejar de aprovechar el morbo.
Quizá no han reparado en que la mera publicación cercenada de esas imágenes es suficiente puñalada.
Quizá no han caído en que de una noticia así sólo con el texto bastaba, como hicieron otros medios.
Quizá pensaron que el morbo vende más que la información.
En su página 3, con esa cólera divina de los hipócritas, el diario exige al juez que averigüe quién ha sido el autor y difusor de las fotos. Y con esa retórica de Antiguo Testamento que tanto gusta a algunos se pregunta ladinamente:
¿Quién ha sido capaz de robar esas fotografías?"
Dañar y esconder la mano. Valiente estrategia para el diario que el mismo día se ufana de su periodismo de investigación, de no utilizar la información "como elemento de trueque... en el turbio mercado de los favores políticos y económicos" o de que "el sectarismo es algo ajeno a nuestra conducta".
Una portada para la vergüenza de regalo de cumpleaños.
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