Monday, October 22, 2012

¿Es tiempo de otra información política? Éxito de Salvados y hundimiento de TVE frente a las autonómicas

TVE pinchó ayer en la cobertura de las elecciones autonómicas de Galicia y Euskadi con sólo un 5,5% de cuota y 1,16 millones de telespectadores. Es lógico que una vez más la autonómicas correspondientes concentren la audiencia: TVG con 276.000 espectadores y un 26% de share, y ETB con 261.000 espectadores y un 27%, datos similarea a los de las anteriores autonómicas y municipales de 2011.
Los datos de la cobertura electoral: 1,7 millones en total, más unos pocos más en otras cadenas, contrastan con el récord de Salvados: 2,89 millones de audiencia y un 13,7% de cuota en prime time con el retrato y la entrevista a Artur Mas.

Las elecciones pierden frente a la política del personaje y a esa otra forma de retratar la política y la economía desarrollada por Jordi Évole.
La política de los partidos. La política de esta España desencantada cada vez importa menos. Crece la abstención comicio a comicio y la audiencia da la espalda a la información política y a quienes informan y opinan.
No es para menos. TVE ayer daba pena. El lío de declaraciones de políticos fue fenomenal en medio de un panel de periodistas muy cuestionable, no sólo porque todos menos una, Anabel Díaz (El País), representaban posiciones y medios de derechas, sino porque con otra excepción, la del gallego Fernando Ónega, ninguno era experto ni en la política vasca ni en la gallega.
La televisión estatal de Julio Somoano se parece cada vez más a la lamentable Telemadrid, donde los comentarios de ayer son inenarrables para nadie que no pertenezca al ala más derecha del PP. Por eso los telediarios van perdiendo audiencia frente a su competencia. Además de cortar repetidamente a la candidata de Bildu, Laura Mintegi, la realización se desvivió tanto por mostrar a todos los portavoces del PP que Feijóo, Basagoiti, Cospedal y Carlos Floriano se sucedían para repetir las mismas reacciones.


En Cataluña arrasó Salvados. En el resto de España, también, sólo amenazado por la serie Aída en Telecinco y la película Oceans Twelve (otra que se repite como las elecciones) en Antena 3.
Podría parecer una sucesión de anécdotas de la noche, pero creo que hay algo más profundo en las audiencias de ayer.
Jordi Évole se ha convertido en la voz de mucha gente. Un tipo normal, que pregunta y se fija en las cosas que sorprenden a mucha gente. Preguntas y observaciones con la profunda perspicacia del sentido común. Pero sobre todo, yendo al fondo de las cosas sin soberbia. A ras de suelo. Sin tópicos y argumentarios que envían los partidos a los tertulianos repetidos hasta la saciedad.
Los tertulianos aburren; su letanía es apta sólo para creyentes de uno u otro dogma. Los tertulianos distorsionan, se repiten tantos tópicos, medias mentiras, ignorancias y manipulaciones que el televidente acaba confuso y aturdido en algún país y alguna realidad que no es la que se asoma a la ventana de su salita de estar.
Évole es el Juan de Mairena de Twitter y la tele. La mirada y el discurso del ciudadano común, tirando a clase media baja. La calle. Y su aire fresco anuncia la necesidad de otra información política: seria, rigurosa, accesible, no contaminada por los intereses y el discurso de los partidos. Información para la gente sobre las cosas que de verdad importan, no de autoafirmación endogámica para el clan de políticos y periodistas.
Ya va siendo hora. No sólo en televisión.

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