Facebook crea un nuevo sistema de comentarios para ser la herramienta de la conversación en cualquier web. Google cambia su algoritmo para añadir las relaciones entre usuarios e incorporar el criterio social a las búsquedas. La gente es la clave. Los grandes de internet pugnan por ser su instrumento principal en una internet donde las personas son lo esencial, no las páginas ni los algoritmos. Crece la idea de una web más cercana, donde la inaprensible exuberancia digital se estrecha y la navegación se orienta con las recomendaciones y pistas de los usuarios.
Dominar la actividad, las relaciones, datos y contenidos de la gente es el desafío de los grandes de internet para rentabilizar la web. La propuesta es dar contenidos y servicios gratis a cambio de datos para aumentar la eficacia publicitaria, ganar audiencia y tiempo de consumo. Los usuarios pagan con esos datos el equivalente a una cuota de 38 euros mensuales sufragados por la publicidad digital. Un trato vigilado por las autoridades de protección de datos, empeñadas en que sólo el consentimiento previo e informado para ese seguimiento garantiza la privacidad en la economía de la gratuidad.
Facebook ofrece a blogs y medios un sistema para evitar trolls y spam con mayores garantías de identidad real. A cambio los medios alimentan el perfil de los usuarios con sus comentarios. El usuario y sus amigos pueden seguir sus conversaciones en cualquier lugar de la web. La infiltración de la red social se extiende.
Google y Facebook con sus perfiles de usuarios, sus servicios y contenidos, como Amazon o Apple con las tarjetas de crédito de sus clientes, son los controladores y mediadores de la economía digital. Ganan clientes con sus propuestas amigables, de uso sencillo, acceso fácil a contenidos, o sus aplicaciones y dispositivos móviles para los hiperconectados.
Un trato aceptado por los usuarios a cambio del disfrute de las ventajas digitales. Para algunos un encierro en aquel mundo feliz descrito por Aldous Huxley. Para otros, la utopía de la sociedad en red hecha realidad.
Columna en los medios de Vocento