McCoy está en contra de las fusiones de las televisiones porque no servirán para sostener el negocio de la televisión. Coincido sólo en parte. Como recuerda Gonzalo Martín, los dueños de la televisión y las licencias parten con ventaja. De ahí la carrera multiplataforma, una necesidad asumida por las televisiones, que han aprendido de los errores de la prensa o la música y manejan mejor los tiempos.
Eso sí, acompañados siempre por el poder político de la televisión en el telestado del bienestar.
El analista económico funda en lo que llama el imperio de la discrecionalidad, la conocida como televisión 2.0 -la capacidad de elegir de los televidentes gracias a la omnipresencia audiovisual y su pulsión por la participación- la debilidad de las cadenas.
Y apuesta por dos consecuencias: tiempo real (directo, actualización) y vídeo a demanda con participación a través de redes sociales. Tendencias de las que he hablado a menudo y están en la base de las nuevas estrategias de muchas cadenas.
Efectivamente esas son las debilidades de las televisiones actuales y del sistema de licencias, cada vez más sobrepasado. Pero para combatirlo apelan a la concentración y caminan para convertirse en medios plataforma y sociales.
La posesión de las licencias es una gran ventaja. Además de la estructura de contenidos, comercial y, sobre todo, la audiencia.
A pesar de una dificultad cada vez mayor en conseguir los GRPs (impactos publicitarios) necesarios para sostener un negocio que funciona mejor para los accionistas cuando es cosa de pocos y domina el espectro. Incluso cuando las posibilidades de consumir productos audiovisuales crezcan con internet, las redes sociales y las plataformas de vídeo a demanda.
Por eso tiene razón Gonzalo cuando dice: "Son los que podrán hacer de bancos para financiar productos complejos y los que tienen poder de negociación para integrar a los grandes anunciantes".
La televisión de 2010 enfrentará la desaparición de la publicidad de RTVE, avanzará en la convergencia -con la web, móviles y redes sociales- tras el apagón analógico, abundará en productos de bajo coste y buscará la integración y desarrollos de nuevos paquetes publicitarios.
Pero no nos engañemos. Todo es televisión. Da igual la plataforma. Esa es la diferencia con la prensa y por ahí es donde falla la analogía de McCoy.
Una parte de la audiencia se conforma con unas pocas líneas de información en un tuiteo, un buscador o un agregador y no llega nunca a la fuente, normalmente un diario.
Pero la tele engancha. No sufre lo mismo la televisión a pesar del aumento de consumo de contenidos fragmentados. Ese consumo crece por los hábitos de navegación de internet, pero también por el efecto YouuTube por la falta de contenido completo disponible. Cuando los programas completos son accesibles para el público, la gente se pega a la pantalla.
El auténtico despegue llegará con los nuevos televisores conectados a internet o los que ya lo hacen a través de las videoconsolas. En esa carrera andan las televisiones cuando los diarios todavía creen que los nuevos tablets los salvarán.
Lo importante para sostener el negocio continúa siendo lo de siempre: contenido, capacidad comercial -ahora más exigente con un negocio 360º- y control de la distribución.
Las licencias en la plataforma más vista (TDT) y la concentración son una gran ventaja.