Todos los expertos y códigos periodísticos serios recomiendan que no. Si de algo puede servir el filtro de los medios debe ser para eso: para extraer la información de la realidad y las declaraciones, desbrozar la propaganda, la manipulación y los engaños.
Pero eran otros tiempos.
El periodismo figurante tiene cada vez menos límites. La repetición y difusión acrítica de cualquier tipo de declaración sin la mínima comprobación y contraste es ya una práctica habitual.
Pero a nadie parece importarle. Es la estúpida política del miedo y la carrera por la actualización acrítica y por llenar minutos y minutos de vídeo, páginas y páginas. Periodismo redundante.
Los filtros son cada vez más débiles.
Lo vivimos de nuevo estos días con las manipulaciones constantes sobre la inmigración, la energía nuclear y sus cementerios, las guerras del agua o esa vergüenza llamada pena de muerte.
El terror y el miedo se cuelan en las televisiones, los diarios, las radios, las webs con una falta de contexto y contraste que, ese sí de verdad, asusta. Pero asustar es buen negocio. Muchos políticos y bastantes medios lo creen.
El resumen de El Roto:
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