José Luis Rodríguez Zapatero ha vuelto a ganar las elecciones. Cataluña y Euskadi sancionan sus dos políticas más criticadas: la España plural y la negociación con ETA.
No tiene mayoría absoluta en su segunda legislatura, como manda la tradición democrática española. Sus principales aliados son quienes más han perdido, especialmente ERC.
16 diputados. La misma ventaja que en 2004, cuando nadie confiaba en su victoria.
900.000 votos de ventaja, casi trescientos mil menos que en la oleada del 14-M contra el gobierno Aznar. Zapatero bate el récord de votos socialista.
Los ciudadanos vuelven a confiar en el PSOE, pero la caída de los nacionalistas (pierden ERC, PNV, EA y Coalición Canaria) presagia que muchos votantes están hartos de presión identitaria y política.
Mariano Rajoy salió contento al balcón de Génova acompañado de su esposa Elvira. Una imagen inusual que muestra su alegría. Ha salvado el tipo. Nadie le disputaba el liderazgo en la celebración de su partido. A Esperanza Aguirre, agazapada, ni se la vió.
Rajoy hace subir al PP cinco diputados y supera los diez millones de votos. Recupera así el techo electoral de Aznar en el año 2000. Pero la ventaja socialista aumenta en un diputado.
Rajoy es hoy más líder, aunque efímero. Ha perdido dos elecciones generales y seguramente no tendrá una tercera. Los medios de la derecha más artera, El Mundo y la Cope, ya han abierto esta noche el debate sobre el liderazgo.
Rajoy tiene dos opciones: batirse y reformar a fondo el partido para liberarse de la herencia de Aznar o entregarse sin dolor a quienes aspiran a su puesto.
La crispación ha perdido. Gana la voluntad de una España plural y permisiva, con pocas imposiciones. Un país que quiere vivir en paz y con un alto grado de derechos sociales y civiles.
Pero hay otro país. Uno que escucha a la Conferencia Episcopal del cardenal Rouco, defiende la religión en la escuela, se abandera en un nacionalismo español rancio y alienta el miedo al otro. A todos los otros: a los que no piensan igual o al menos no se somenten, a los extranjeros, a los que se distancian de una historia repudiada.
Y la grieta histórica entre esas dos Españas de Unamuno, Ortega, Cernuda, Goytisolo y tantos crece.
Rajoy no es hoy el señor 30%. Vuelve a ser el 40%, como en la mejor época de Aznar. Aunque el PSOE también logra uno de sus mejores porcentajes.
El bipartidismo se fortalece.
Pero la irrupción en pocos meses de un partido como Unión, Progreso y Democracia (UPD), de Rosa Díez y Fernado Savater demuestra que la democracia no está agotada entre dos partidos y alguna representación nacionalista.
Está por ver si le ocurriá como a Ciudadanos, pasión perecedera.
Los dos grandes ganan.
Pero harían bien en leer el mensaje de los votantes. Cada uno tiene el suyo. Que no lo desoigan.