Thursday, December 23, 2010

Contra la desinformación de los "creadores"

Los creadores -como si no hubiera muchos más que también lo somos- protestan indignados en El País, su diario de cabecera que hoy hace una cobertura muy sesgada por el rechazo de la ley Sinde. La furia es especialmente notable en el caso de los cineastas a pesar de voces dubitativas como la de Isabel Coixet.
El mensaje es que el cine español se hunde por la piratería ilegal. En ABC, Álex de la Iglesia proclama que somos el segundo país en piratería del mundo cuando los datos de la International Intellectual Property Alliance (IIPA), por ejemplo, nos sitúan mucho más abajo, con Grecia, Italia, Canadá o Noruega por encima.
Nadie puede negar que las descargas han impactado negativamente en los negocios de contenidos digitales. Y mucho menos que ni la cultura ni el entetenimiento pueden vivir del todo gratis. Pero en el debate de la revolución tecnológica y de la revuelta de los consumidores contra los abusos de los dueños del mercado, se manipulan a menudo las cifras.
El cine en España no ha parado de crecer en la última década, según los datos oficiales del Instituto de la Cinematografía y de las Artes Visuales (Ministerio de Cultura, Informe 2009 pdf).
De una recaudación de 496 millones en 1999 a 671 millones en 2009. Eso sí, pierde espectadores aunque en 2009 se recuperan un poco, pese a la crisis, gracias a innovaciones como el cine digital y el 3D.
Si se analiza la producción, tanto los rodajes como los estrenos han aumentado continuamente. De 82 producción en 1999 a 186 en 2009. Los estrenos se han triplicado y los rodajes son casi el doble.
Cuando los cineastas se quejan tanto de que no se protege la cultura, se olvidan siempre de citar los 75,8 millones concedidos en ayudas por el Estado y los otros 45 millones destinados por las autonomías, además de otras ventajas y subvenciones indirectas no contabilizadas en estos datos. Casi 121 millones en ayudas públicas, un 18% del total del negocio del cine sufragado por todos los ciudadanos. Una cifra muy superior a la recibida por otras industrias y negocios.
A esos ingresos hay que sumar la obligación de las televisiones de invertir un 5% de su facturación en la producción cinematográfica, del 6% en el caso de las públicas.
Donde las cifras son peores es en el mercado de vídeo. La venta y alquiler de películas en soporte físico descendió un 35% en 2009, hasta 112,5 millones de euros, según los datos de Asimelec, la patronal de los contenidos digitales.
Y por primera vez disminuyó el alquiler de películas en la televisión de pago (-17,3%), aunque aumenta el consumo de televisión y su facturación en los canales temáticos, la TDT e internet. La nueva televisión está comenzando a sustituir a la oferta anterior y plataformas como Imagenio siguen sumando abonados de pago.
La distribución de música digital creció un 10,6% en 2009, un volumen de negocio de 34,4 millones de euros. El 15,2% del mercado discográfico, lejos de la media mundial del 27%.Pero la gente paga por nuevos negocios o por no hacer cola para entrar en los conciertos de Alejandro Sanz, uno de los indignados de hoy.
Achacar los problemas de los contenidos digitales a las descargas es olvidar el resto. La escasez de la oferta legal y competitiva de contenidos digitales ha sido denunciada por el propio Instituto de la Cinematografía o la patronal Asimelec.
El todo gratis no es un modelo de negocio. Es una revuelta del hiperconsumo contra los abusos del mercado y un cambio estructural de hábitos de consumo y acceso a los contenidos que no se resuelve persiguiendo a los usuarios ni manipulando datos.
En la propia cobertua de El País se oyen voces más mesuradas y honestas como las de Juan Aguirre (Amaral) o los escritores Kirmen Uribe y José Luis Pardo. Reconocen la crisis tecnológica y estructural del modelo y abogan por nuevos modelos de negocio y un replanteamiento de la propiedad intelectual como el que defendemos quienes no estamos a favor del todo gratis ni de los excesos de los oligopolios del entretenimiento y la industria cultural.
Menos desinformación, menos maximalismos y amenazas. Es hora de repensar los problemas en beneficio de todos, pero también de olvidar los abusos sobre los consumidores y el mantenimiento de negocios agotados. La alta definición, el 3D o nuevas formas de distribución y comercialización como el streaming muestran el camino al aumentar la experiencia de usuario.
Las plataformas digitales que ya se preparan tras los recortes a la neutralidad de la red y la aprobación de los servicios dedicados unirán el negocio de la distribución y el de los contenidos. El modelo de suscripción irá sustituyendo paulatinamente al de las copias. Un nuevo escenario para pensar y desarrollar, no para acusaciones y gritos.