En la sociedad del ocio en la que vivimos, con aspiraciones a llegar a la del conocimiento, la propiedad intelectual es un eje clave.
Ahora que la ley Sinde ha sido rechazada, es momento de repensar la propiedad intelectual para desarrollar una sociedad y una economía digital sostenibles.
Una de las prioridades para crear un nuevo sistema operativo social y económico y promover los nuevos negocios e industrias, como ya se está haciendo en Gran Bretaña con una consulta pública para encontrar los nuevos modelos.
Ideas e interés no faltan. Los gráficos están realizados con Google Ngram Viewer, que rastrea en los libros indexados por el buscador los conceptos. Como se puede ver, el interés por la propiedad intelectual y los derechos de autor se dispara a partir de los años ochenta del siglo XX en la literatura especializada y sigue creciendo.
En los textos en inglés, el interés se dispara a partir de los años 60.
Como se puede ver, en ambos casos la discusión sobre la propiedad intelectual crece con la aparición del consumo de masas de contenidos artísticos y de entretenimiento.
Una reflexión hasta hace bien poco bajo el dominio de la producción, la distribución y la comercialización, un mercado de oferta creciente y de aumento de la rentabilidad de los contenidos.
En los últimos tiempos, la discusión académica se orienta hacia los clientes y usuarios, con una fuerte orientación a los derechos necesarios para la economía de demanda que es la nueva economía digital.
En la era postSinde aún hay mucho que discutir. Primero para reformar la propiedad intelectual, también para sostener la neutralidad de la red y las facilidades para la innovación, además de estar atentos a las novedades de la Ley General de Telecomunicaciones -en tramitación parlamentaria-, donde se debería luchar por los derechos digitales o de cuarta generación, como los de acceso con banda ancha.