Los creadores atacan a sus fans. ¡Piratas!, gritan. ¡Aprovechados!, espetan los otros. Unos quieren control sobre sus obras y su negocio. Los otros, más contenidos para elegir, más baratos y de consumo fácil. En medio, una ley derrotada, mal concebida y peor gestionada. Inútil porque no parará las descargas, amenazante para las libertades.
Los autores tienen derecho a gestionar y rentabilizar su trabajo. Los consumidores, a ser respetados y a disponer de una oferta competitiva a precio justo. Los innovadores tienen respuestas: un mercado más abierto, sin control por oligopolios de contenidos y derechos de autor; más pantallas de exhibición y comercialización; licencias flexibles para lanzar nuevos negocios; contenido gratis para atraer clientes con la receta: prueba y si te gusta, compra; consumo multiplataforma y en cualquier equipo; hacer virales los contenidos en las redes sociales y el boca a boca; crear relaciones personales con los consumidores a través del contenido; simplificar la gestión de derechos y reducir intermediarios para aumentar su rentabilidad. Trucos de iTunes, Netflix, Amazon, Spotify y otros innovadores de fuera, pero también InOut, Bubok, Idealista o Yes.fm aquí a pesar de un mercado rígido.
Todos deben ceder un poco. La industria está obligada a la reconversión. El poder cambia de la oferta a la demanda. Los clientes son activos, ayudan a promocionar y distribuir, pero exigen. En lo digital la copia pierde valor y la propiedad es irrelevante. Las descargas son para usar y tirar. En el streaming y el contenido a demanda ser propietario no es necesario. El valor está en las experiencias únicas, disfrutar dónde y cuándo se quiere, en cualquier aparato con conexión permanente. A buen precio y con derecho a la experiencia de disfrutar juntos –físicamente o en el ciberespacio- de lo que más nos gusta. La propiedad intelectual debe rediseñarse para no abortar el futuro de quienes viven de ella. Los consumidores responden a las buenas ofertas. El resto es ruido.
Columna en los diarios de Vocento y Colpisa