La I Ciberguerra Global ha estallado. Los contendientes son un estado y el gigante de internet. Es el primer gran enfrentamiento de la sociedad de la información y muestra todas las características de la nueva era del ciberespacio.
El poder de las grandes empresas y los ciberciudadanos desafía las fronteras y el control político. Pero nuevos imperios como el chino intentan sostener su potencia con el control de la economía, la información y la tecnología.
China está empeñada en mantener el control totalitario de su sociedad, pero también lucha por extender el poder económico de sus empresas, dentro y fuera de su territorio.
Google batalla por no perder un mercado tan grande como el chino, sin el cual dejará de ser global. Por eso muda sus operaciones a Hong Kong después de la censura y los ataques del Imperio del Sol. Otro símbolo, la antigua colonia británica sirve de enclave desde el que resistir la ofensiva china.
Un escritor de novela histórica no lo hubiera hecho mejor para revivir las guerras del opio. Pero ahora la mercadería disputada es la información y la comunicación entre los ciudadanos chinos, con el resto del mundo y con sus propios disidentes.
Acabó la política de las cañoneras y ya no hay muros donde detener el avance de la democracia. Pero China ensaya una nueva fórmula para tiempos donde la bonanza económica se valora más que los derechos humanos: riqueza a cambio de libertades, panza llena y una plutocracia mafiosa heredera de los aparatchiks más longevos.
China puede haber dejado de ser roja, pero nunca ha abandonado el nacionalismo. Cortando la expansión de Google intenta respaldar a sus grandes empresas para que sigan ganando territorio y mercados más allá de la gran cibermuralla.
Ahí está la evolución de las cotizaciones en el mercado Nasdaq de Google y Baidu, el dragón chino de internet, en los últimos meses, cuando los tambores de ciberguerra han empezado a sonar. Como antaño se seguían las cotizaciones de las compañías de las Indias Orientales en Europa.