Saturday, November 04, 2006

Gritos en los intestinos

Todos nosotros, de Raymond Carver, y Aullido, de Allen Ginsberg, coinciden entre los libros más vendidos de poesía en estos tiempos.
De Carver se conoce mucho la prosa pero menos la poesía. Versos como cuentos. Narraciones breves e intensas. Al fin y al cabo, eso es -debe ser- un cuento.
Aullido. Rebeldía y protesta contra la rutina y el desprecio de lo que no se entiende o algunos no se atreven a atisbar.
Por aquí andan también las fotos de Alberto García-Alix, Pablo Pérez Mínguez, Xurxo Lobato, Ricky Dávila, imprescindibles.

Jorge Herralde vuelve a acertar desempolvando un clásico. Pensé hace unos meses que a los 50 años del grito de Ginsberg volvía a hacer falta. Por ciertos autores, situaciones y vivencias de lo Real y de los Otros (pongámonos lacanianos en esto), el eco del beat vuelve a sonar.
Rebajado y más sano, eso sí. Cosas de la era postSida, cuando las chupas de cuero las hace Boss a tropecientosmileuros.
Herralde no falla con esas intuiciones. Directo a las listas de best sellers.
Insisto: necesitamos un nuevo Herralde para la era digital y copyleft. ¿Quién se anima?
El poemario de Carver (enfundado siempre en su chupa, protociborg de cuero negro) es fundamental para todos los saturados del exceso de lírica. Enfermedad crónica de la poesía española sufrida por tantos (todavía me repite la indigestión de Las Ínsulas Extrañas, antología del horror lírico con soberbias excepciones: JRJ, Miguel Hernández, Ernesto Cardenal, Jenaro Talens y algún otro).
Vienen muy bien los gritos aullados de Ginsberg y las intimidades recias de Carver para reencontrarse con una poesía necesaria.
Demasiado a menudo ya sólo existe en las canciones.

Una propuesta. Lee Aullido y Todos nosotros al menos con tres bandas sonoras:
Exile on Main Street, Rolling Stones (Street Fighting Man)



Easter, Patti Smith (Privilege)



Darkness on the Edge of Town, Bruce Springsteen (Candy´s room)