Los trabajadores del Diario Málaga crean el blog Diario Malaya para denunciar su situación tras la implicación del constructor y editor Emilio Rodríguez Bugallo en la trama de la corrupción marbellí.
El diario cerró el pasado 9 de octubre y desde entonces los trabajadores reclaman sus indemnizaciones.
Bugallo, dueño de Construcciones Salamanca, pagó 1,25 millones de euros a los munícipes corruptos de Marbella, según los investigadores, para beneficarse de recalificaciones y licencias urbanísticas. El constructor es también propietario de la Plaza de Toros de Puerto Banús y de negocios de hostelería.
Esta situación pone a la prensa, a los editores (reunidos hoy en León) y a los profesionales ante una verdad conocida y responsable en gran parte del deterioro del periodismo y los medios durante los últimos años: la conversión en editores de arribistas interesados sólo en beneficiarse de la influencia de la prensa y su cercanía a los poderes políticos y económicos.
Diarios, televisiones locales y autonómicas o radios han sido la presa de estos buscadores de fortuna.
Su negocio es la influencia. La suya privada, no la social.
Su mercado, el del poder y las corruptelas y favores, no el de la información.
Su financiación, la publicidad de empresas propias y amigas completada por las subvenciones y la publicidad otorgada por los poderes e instituciones públicas.
El negocio es perfecto. En información se invierte poco. A los profesionales se les paga mal. Se invierte un dinerillo financiado con la publidad propia o de amigos y el propio retorno de la inversión institucional.
La información y los ciudadanos son las víctimas. Los editores honrados, también.
Con tantos periodistas (2.000 licenciados en Periodismo anuales y 17.000 estudiantes, según datos de la APM) es fácil quedar atrapados por este mercado corsario ante la avalancha de profesionales en busca de trabajo. Los estudiantes de periodismo son el 0,8% del total, pero reciben el 0,4% de las ofertas de empleo.
Resultado: trabajo basura, precarización de la profesión, falta de deontología profesional, limitación de la libertad de informar e inseguridad profesional (Informe APM sobre la Profesión Periodística).
Los corsarios de la información y los traficantes de influencia se benefician de la vocación de muchos, la corrupción de la política hiperprofesionalizada y el hermetismo y falta de transparencia del sector de los medios en España.
Mientras muchos sectores económicos, de servicios y productivos se han ido abriendo al mercado y levantando la opacidad de épocas anteriores, la información continúa siendo un agujero negro.
Sólo dos grupos de prensa (Prisa y Vocento) y tres televisiones (Telecinco, Antena 3 y Sogecable) están en bolsa. Garantía de transparencia de datos.
El resto de los medios -con pocas excepciones- abandonaron hace tiempo aquella vieja tradición de publicar cada año la cuenta de resultados y el listado de accionistas.
Era un ejercicio de transparencia en el contrato con el público, connatural con el periodismo.
La información de unos medios sobre otros no existe más que para publicar la publicidad propia o navajear al competidor. En la información económica y social española, la prensa y los medios sólo publican autopromoción y algunas reflexiones generales.
La prensa de ladrillo no deja ver. Tapa cualquier hueco de transparencia. Impermeabiliza la reputación y el ejercicio de la función social de la información. Hay más sectores cercanos a estas prácticas: el fútbol es un maná, por ejemplo, en un buen palco se estrechan acuerdos como en ningún centro de negocios; y los goles tapan las vergüenzas.
¿Lo saben los periodistas? Sí.
¿Están enterados los ciudadanos? Muchos sí, y la crisis de credibilidad es patente.
Sólo con una imprescindible transparencia de la profesión y el mercado puede acabar con una situación que contamina la información, los medios y el espacio público.
Sólo si empezamos a investigar y denunciar estos casos es posible evitar situaciones como la que ahora viven los profesionales de Diario Málaga.