Spotify ha alcanzado diez millones de usuarios en seis países, medio millón de pago, según las últimas cifras. Todavía lejos del umbral de rentabilidad estimado, que requiere convertir al pago al menos a un diez por ciento de sus usuarios para sostener los costes del streaming y de los derechos de la música.
Spotify aún no ha conseguido el acuerdo con las discográficas para plantarse en Estados Unidos, el mayor mercado para la música, mientras Google negocia el lanzamiento de un servicio de música que combinará la venta de descargas, tipo iTunes, con la música en la nube: la posibilidad para los usuarios de guardar toda su música en internet y disfrutarla en cualquier dispositivo, de los ordenadores a los móviles.
Los usuarios podrán compartir música socialmente y se podrán escuchar una única vez las canciones que el usuario no posea. Todo por 25 dólares al año.
Multicanal y plenamente accesible, pero orientado a la venta de música, no a su escucha por suscripción en streaming.
En este territorio, Spotify continúa siendo caro para muchos usuarios y demasiado barato para los músicos y las discográficas, descontentos con los réditos de los derechos de autor.
Por eso hace unos meses rebajó su precio premium de 9,99 euros a 4,99 euros si sólo se escucha streaming en el ordenador, sin posibilidades de movilidad.
Ese precio le acerca más al de otros servicios como los de Last.fm, que ha reducido su streaming a demanda, y otros como Rhapsody, MOG, etc.
Entre las claves del streaming es hacer la música personal, que acompañe al usuario en todo momento; multicanal y multidispositivo, para disfrutar en el ordenador, el móvil o la televisión; social para compartirla; y capaz de generar suficientes ingresos, por pago o con publicidad y donaciones.
Uno de los elementos claves de Spotify fue integrar la publicidad de audio en su oferta, como también había hecho Pandora para luego exportarla al iPad y a los televisores conectados a internet.
La batalla por estar en todos los dispositivos y crear la mejor experiencia de usuario aumenta. Last.fm apostó por lo social, Pandora por los algoritmos para descubrir nueva música a sus usuarios, Spotify por estar en todos los dispositivos reproduciendo la interfaz de iTunes sin tener que comprar la música. Nuevos competidores como Grooveshark se incorporan y la música en la nube cada vez es más importante para reducir los costes de estos servicios al permitir a los usuarios escuchar en sus aparatos la música que ya poseen.
El modelo sigue abierto y además del móvil, la próxima batalla es convertir al streaming en la música omnipresente, de los bolsillos a la música que oyes en casa sin pensar cómo y a través de qué aparato estás conectado.
Entretanto, el streaming ya ha conseguido reducir el P2P y las descargas y convertirse en el principal canal de ingresos de la música digital, como muestran las cifras de Promusicae en España.