Tuesday, September 07, 2010

El cuidadoso plan de Telefónica contra la neutralidad de la red y las tarifas planas

Fin de las tarifas planas con igual servicio para todos. La futura banda ancha fija se dividirá por calidad de servicio (QoS) -discriminación del tráfico y el acceso a servicios y contenidos en función del tipo de contrato con las operadoras- y por el consumo de datos, en lugar del consumo ilimitado actual en los accesos fijos.
El cambio de la estructura del mercado mayorista (entre operadoras) gracias a la implementación de nuevas tecnologías capaces de discriminar el tráfico es el primer paso para acabar con la neutralidad de la red. Permitirá ofrecer diferentes contratos en función del consumo y la calidad de acceso a los contenidos y servicios elegidos por los usuarios.



En definitiva, sustituir la internet abierta actual por una red de acceso público y otras de pago: plataformas digitales de acceso y contenidos premium. Una internet parcelada y más cara.
Es el objetivo de las operadoras de telecomunicaciones para ingresar más de los usuarios y conseguir su parte del negocio de los contenidos y servicios por internet, especialmente de la televisión y el vídeo, las descargas (P2P o directas) y la telefonía por internet (VoIP), pero también de las nuevas ofertas de geolocalización, realidad aumentada, telemedicina, etc.
Es la estrategia de la propuesta de Telefónica (pdf) a la Comisión del Mercado de las Telecomunicaciones (CMT) -vía Bandaancha.eu- para los nuevos servicios ethernet de banda ancha (NEBA) que irán sustituyendo sobre fibra óptica (FTTH) y ADSL a los actuales.
Una modificación del mercado mayorista apoyada por las operadoras que utilizan su red para ofrecer banda ancha (Orange, Vodafone, Jazztel, BT y Ono) y que podrán diseñar así sus propias plataformas premium, tanto de calidad como de paquetes de contenidos. Al margen quedan las operadoras regionales de cable que no utilizan la red del ex monopolio y que ya ofrecen contenidos diferenciados, tanto televisión de pago como otros servicios.
La ofensiva de Telefónica para cambiar el sistema de acceso, consumo y precios de internet está cuidadosamente planificada y sincronizada. El 8 de febrero su presidente César Alierta cargaba contra la neutralidad de la red. El 16 de febrero, la CMT recibía la propuesta de Telefónica. Un día antes, el ministro de Industria, Miguel Sebastián, ya se pronunciaba a favor de revisar la neutralidad de la red. Los cajones del ministerio alojaban ya estudios de las operadoras y de consultoras del sector sobre la necesidad de acabar con las tarifas planas, cobrar a los grandes de internet, convertir el modelo abierto de internet en mercados bilaterales (con acuerdos entre proveedores de acceso y de contenidos), y forzar la revisión de la neutralidad de la red.
En marzo la consultora Deloitte publicaba un informe cuestionando la neutralidad de la red y en abril y bajo presidencia española, la Unión Europea reducía la neutralidad de la red a la transparencia de contratos con discriminación de acceso y consumo en la Declaración de Granada para la Agenda Digital Europea.
En marzo, Telefónica publicaba un monográfico sobre las redes de nueva generación y la necesidad de cambiar la regulación. Los argumentos económicos y tecnológicos coinciden con su propuesta a la CMT.
La suerte está echada y la neutralidad de la red en sentido amplio, condenada. Como tantas veces en temas económicos, algunos datos y reflexiones se dan como hechos inquebrantables, cuando la realidad es que internet sigue siendo para las telefónicas un gran negocio. No parece que haya demasiada prisa en ganar todavía más y menos que sean los clientes y la capacidad de innovación quienes deban aumentar el valor en bolsa y los beneficios para los accionistas de las grandes telecos.
Se impone el modelo Tony Soprano en internet, como fue bautizado por Tim Wu, uno de los teóricos de la neutralidad: a las empresas de internet, paga y tus servicios llegarán más y mejor a más clientes; a los usuarios, paga y accederás más rápido y con mejor calidad a lo que deseas de la red.
El modelo de la televisión de pago para los usuarios, pero con una gran diferencia para los proveedores de contenidos: cobran a las plataformas de pago por estar en el cable o en el satélite, mientras en la internet premium pagarían por ofrecer sus servicios con la mayor calidad.


La propuesta de Telefónica y las operadoras plantea tres niveles de calidad de servicio:
"Best effort, Oro y RT (real time). Las dos primeras permiten ofertas minoristas de acceso a internet así como otros servicios a empresas, mientras la última permite aplicaciones minoristas que requieren valores más acotados, siendo la telefonía basada en IP (VoIP) el caso más característico".
La calidad de tiempo real (RT), la más cara y la que garantizaría servicios avanzados y de alto consumo de banda, está orientada a aplicaciones multimedia en tiempo real.
La calidad Oro sería la diseñada para entornos de empresa sin retardos ni pérdidas de información. En caso de congestión en la red estos datos tendrán prioridad sobre los datos de usuarios residenciales.
La calidad Best Effort es principalmente para el acceso particular a internet. El único requisito que cumpliría sería la entrega sin errores, pero no garantiza la calidad de servicio óptima para servicios de alto consumo.
Las tarifas y los contratos se dividirían en la calidad de acceso contratada y el consumo que se realice, cuando hasta ahora se paga sólo por la tecnología de acceso y la velocidad. Una oferta que Telefónica ha lanzado en Gran Bretaña y que ya es habitual en otros países europeos.
La CMT todavía debe aprobar estos cambios, pero su valoración de la propuesta es positiva a la espera de una oferta de precios.
El nuevo servicio de banda ancha sentaría las bases para el desarrollo de las nuevas plataformas digitales de pago, defendidas en Europa y en Estados Unidos con la connivencia de gitantes como Google, Apple, las telefónicas y los grandes fabricantes de electrónica de consumo.
Para los medios y los creadores de contenidos y servicios es una grave amenaza, como explicaba hace unos meses en un artículo para Cuadernos de Periodistas, la revista de la Asociación de la Prensa de Madrid.
Las plataformas amenazan la riqueza de la web y la economía de la abundancia. El cambio tecnológico, de negocio y regulatorio parece imparable. Es el momento de la movilización ciudadana, de los gobiernos y de extender el concepto de servicio público a internet.
El argumento de las telecos de que el 20% de los usuarios acaparan el 80% del tráfico de internet sirve para justificar los contratos transparentes y con condiciones de servicio claras que exige garantizar la Comisión Europea. Pero también para crear un nuevo servicio público digital de acceso y contenidos: gratis y con contenidos y servicios públicos y ciudadanos, que garantice el derecho universal a internet y no penalice las ofertas premium y de mayor calidad de las operadoras.
Una reforma del servicio público de radiotelevisión y del servicio universal de telecomunicaciones que haga efectivo el acceso universal y gratuito para los contenidos que son de todos, de la eAdministración a los contenidos de dominio público.
Sólo con una garantía democrática y universal de una internet pública y abierta sería soportable la amenaza a la red de los Sopranos de las telecos.