La coincidencia en esta semana de cuatro estudios sobre móviles y aplicaciones -comScore en Europa (España incluida), IAB Spain, Pew Research y Nielsen (EE.UU.)- ofrece una buena cantidad de datos para entresacar algunas conclusiones.
La penetración de los móviles con conexión a internet crece, como también lo hace el acceso a internet en movilidad: 4,6 millones de móviles conectados en España.
La penetración de los móviles con conexión a internet crece, como también lo hace el acceso a internet en movilidad: 4,6 millones de móviles conectados en España.
Las aplicaciones se convierten en un canal preferente de acceso a contenidos y servicios. Son usadas por un tercio de los usuarios. El 34% en España (IAB) o 37% (comScore), 35% en Estados Unidos (Pew).
Las aplicaciones ganan terreno a los navegadores para acceder a internet desde el móvil. Los datos son dispares, pero comScore ya indica que los usuarios de smartphones utilizan más las aplicaciones que el navegador: 37% a 23,6% en España.
El acceso desde aplicaciones está alcanzando a los navegadores móviles en EE. UU.
Las aplicaciones ganan terreno a los navegadores para acceder a internet desde el móvil. Los datos son dispares, pero comScore ya indica que los usuarios de smartphones utilizan más las aplicaciones que el navegador: 37% a 23,6% en España.
El acceso desde aplicaciones está alcanzando a los navegadores móviles en EE. UU.
El público principal de internet móvil y las aplicaciones son los tecnófilos y profesionales de entre 25 y 50 años, con alto poder adquisitivo. Los más jóvenes se van incorporando, pero el precio ralentiza la adopción de internet en movilidad.
Los juegos y redes sociales arrasan en las aplicaciones, además del tiempo -una obsesión norteamericana-, los mapas y búsquedas (geolocalización y navegación real), y la música.
La información sólo atrae a un tercio de los usuarios de aplicaciones. Pero los usuarios de aplicaciones son el público de noticias más intensivo en internet. El mayor problema para los medios informativos es que baja el interés por las aplicaciones de noticias. Si se compara el uso de las aplicaciones informativas en la última encuesta de Nielsen con la de junio, el uso de apps de noticias en los smartphones ha caído 20 puntos en EE. UU.
Las aplicaciones preferidas son gratuitas. Los usuarios están muy poco dispuestos a pagar por la información y por las redes sociales. Mayor predisposición a los juegos y música de pago (Pandora en Estados Unidos, Spotify en Europa).
Buena aceptación de la publicidad, preferencia por la publicidad dentro de las aplicaciones (iAd) y preferencia por publicidad a cambio de acceso gratuito. El CTR de las aplicaciones es mucho más alto que el de la web.
Algunas ideas para el negocio de los medios:
Las aplicaciones son todavía un mercado demasiado estrecho para los medios informativos. Una excesiva apuesta por las aplicaciones despega todavía más a los medios del público generalista, aunque lo acerca y ayuda con los usuarios de aplicaciones.
Si ese es su target, adelante.
Las aplicaciones de pago sirven para ciertos perfiles de público (Wired, por ejemplo) y para algunos medios especializados como los económicos, pero no para medios generalistas, donde la competencia es grande en internet abierta y gratuita.
Una aplicación exitosa necesita elementos de valor añadido. No es igual al producto papel ni a la web. Debe responder a la experiencia de uso que se espera de ella. Ofrecer funcionalidades complementarias para el perfil de público al que se dirige y responder al tipo de consumo y redistribución de información en redes sociales que los hiperconsumidores nómadas practican.
La publicidad puede ser más rentable que el pago. La mayor eficacia de la publicidad en las aplicaciones gracias al descenso de la saturación, la aceptación de los usuarios -sobre todo en las gratuitas- y su precio más alto son una buena fuente de ingresos si se consigue rebajar las tarifas (40% de los ingresos) de plataformas como iAd (Apple) y se evita el monopolio publicitario de un solo sistema en cada plataforma.
Olvídese del pago y la suscripción a través de la aplicación. Las comisiones de plataformas como Apple (30% de los pagos a través de la aplicación y del precio de suscripción, si se confirma) es excesivo para el coste actual, incluye un nuevo intermediario entre medios y público que además, como en el caso de los ISPs de acceso a internet, se queda con el control del cliente y sus datos.
Cobrar por los contenidos, no por la aplicación. Si quiere cobrar, mejor por los contenidos y no por la aplicación -como por ejemplo ha hecho The Guardian para financiar su desarrollo- hágalo como Financial Times o El Mundo con Orbyt: con un sistema de pago y suscripción por fuera de las aplicaciones que evite el peaje de Apple y otros proveedores. No devalúe los contenidos, a largo plazo saldrá perdiendo.
Aplicaciones de pago, pero contenidos abiertos y redistribuidos. El usuario de aplicaciones es un internauta intensivo, enganchado a las redes sociales, con criterio y prescriptor de otros en muchos casos. Asegurar la disponibilidad de redistribución de contenidos en las redes sociales es vital para aprovecharse del mercado distribuido de la red. Es inversión en marketing, no piratería. Sea generoso y flexible con la propiedad intelectual y las posibilidades de uso de los contenidos para los suscriptores. Aproveche su red.
Las tablets y los móviles son mercados distintos. El formato importa. Y también los hábitos y experiencia de uso de cada dispositivo. A menudo son clientes distintos o con un consumo diferente en función de la plataforma que eligen. Los datos existentes sobre el iPad indican que la motivación de compra es mayor que en los móviles, pero también que la usabilidad, diseño y lectura es distinta a las pantallas pequeñas.
Los contenidos, de nuevo atados al soporte y al canal de distribución. Fin de la libertad de internet. Fin también de la competencia sin barreras. Comisiones y tarifas gravan el negocio del contenido. Mayor inversión en formatos, multimedia, desarrollo tecnológico, etc. Y también en comercialización: es más difícil encontrar una cabecera en una tienda de aplicaciones que en un kiosco. Más garantías de control de los contenidos y del consumo de los usuarios. Pros y contras a tener en cuenta al diseñar una estrategia de apps.
No atarse a una sola plataforma. La presencia en una sola plataforma restringe demasiado el mercado, elimina capacidad de difusión e influencia, genera problemas de competencia y de distribución en mercados geográfica y sociodemográficamente muy asimétricos. Y genera excesiva dependencia del canal de distribución.
Atentos al precio. Hay que hacer cuentas. Lanzarse al mercado de las aplicaciones exigirá mantener durante bastante tiempo la presencia en el resto de formatos. Aumentan los costes de desarrollo, edición y producción, por mucho que se automaticen algunos procesos. Además las aplicaciones requieren una fuerte inversión en marketing, comercialización y gestión de clientes.
Y al final del camino están los costes reales. Es insostenible mantener durante mucho tiempo los precios promocionales de las aplicaciones, sobre todo cuando se genera una tasa de sustitución importante entre los formatos tradicionales y las nuevas plataformas.
Es el futuro pero, como decía el escritor William Gibson, está mal distribuido.
La información sólo atrae a un tercio de los usuarios de aplicaciones. Pero los usuarios de aplicaciones son el público de noticias más intensivo en internet. El mayor problema para los medios informativos es que baja el interés por las aplicaciones de noticias. Si se compara el uso de las aplicaciones informativas en la última encuesta de Nielsen con la de junio, el uso de apps de noticias en los smartphones ha caído 20 puntos en EE. UU.
Las aplicaciones preferidas son gratuitas. Los usuarios están muy poco dispuestos a pagar por la información y por las redes sociales. Mayor predisposición a los juegos y música de pago (Pandora en Estados Unidos, Spotify en Europa).
Buena aceptación de la publicidad, preferencia por la publicidad dentro de las aplicaciones (iAd) y preferencia por publicidad a cambio de acceso gratuito. El CTR de las aplicaciones es mucho más alto que el de la web.
Algunas ideas para el negocio de los medios:
Las aplicaciones son todavía un mercado demasiado estrecho para los medios informativos. Una excesiva apuesta por las aplicaciones despega todavía más a los medios del público generalista, aunque lo acerca y ayuda con los usuarios de aplicaciones.
Si ese es su target, adelante.
Las aplicaciones de pago sirven para ciertos perfiles de público (Wired, por ejemplo) y para algunos medios especializados como los económicos, pero no para medios generalistas, donde la competencia es grande en internet abierta y gratuita.
Una aplicación exitosa necesita elementos de valor añadido. No es igual al producto papel ni a la web. Debe responder a la experiencia de uso que se espera de ella. Ofrecer funcionalidades complementarias para el perfil de público al que se dirige y responder al tipo de consumo y redistribución de información en redes sociales que los hiperconsumidores nómadas practican.
La publicidad puede ser más rentable que el pago. La mayor eficacia de la publicidad en las aplicaciones gracias al descenso de la saturación, la aceptación de los usuarios -sobre todo en las gratuitas- y su precio más alto son una buena fuente de ingresos si se consigue rebajar las tarifas (40% de los ingresos) de plataformas como iAd (Apple) y se evita el monopolio publicitario de un solo sistema en cada plataforma.
Olvídese del pago y la suscripción a través de la aplicación. Las comisiones de plataformas como Apple (30% de los pagos a través de la aplicación y del precio de suscripción, si se confirma) es excesivo para el coste actual, incluye un nuevo intermediario entre medios y público que además, como en el caso de los ISPs de acceso a internet, se queda con el control del cliente y sus datos.
Cobrar por los contenidos, no por la aplicación. Si quiere cobrar, mejor por los contenidos y no por la aplicación -como por ejemplo ha hecho The Guardian para financiar su desarrollo- hágalo como Financial Times o El Mundo con Orbyt: con un sistema de pago y suscripción por fuera de las aplicaciones que evite el peaje de Apple y otros proveedores. No devalúe los contenidos, a largo plazo saldrá perdiendo.
Aplicaciones de pago, pero contenidos abiertos y redistribuidos. El usuario de aplicaciones es un internauta intensivo, enganchado a las redes sociales, con criterio y prescriptor de otros en muchos casos. Asegurar la disponibilidad de redistribución de contenidos en las redes sociales es vital para aprovecharse del mercado distribuido de la red. Es inversión en marketing, no piratería. Sea generoso y flexible con la propiedad intelectual y las posibilidades de uso de los contenidos para los suscriptores. Aproveche su red.
Las tablets y los móviles son mercados distintos. El formato importa. Y también los hábitos y experiencia de uso de cada dispositivo. A menudo son clientes distintos o con un consumo diferente en función de la plataforma que eligen. Los datos existentes sobre el iPad indican que la motivación de compra es mayor que en los móviles, pero también que la usabilidad, diseño y lectura es distinta a las pantallas pequeñas.
Los contenidos, de nuevo atados al soporte y al canal de distribución. Fin de la libertad de internet. Fin también de la competencia sin barreras. Comisiones y tarifas gravan el negocio del contenido. Mayor inversión en formatos, multimedia, desarrollo tecnológico, etc. Y también en comercialización: es más difícil encontrar una cabecera en una tienda de aplicaciones que en un kiosco. Más garantías de control de los contenidos y del consumo de los usuarios. Pros y contras a tener en cuenta al diseñar una estrategia de apps.
No atarse a una sola plataforma. La presencia en una sola plataforma restringe demasiado el mercado, elimina capacidad de difusión e influencia, genera problemas de competencia y de distribución en mercados geográfica y sociodemográficamente muy asimétricos. Y genera excesiva dependencia del canal de distribución.
Atentos al precio. Hay que hacer cuentas. Lanzarse al mercado de las aplicaciones exigirá mantener durante bastante tiempo la presencia en el resto de formatos. Aumentan los costes de desarrollo, edición y producción, por mucho que se automaticen algunos procesos. Además las aplicaciones requieren una fuerte inversión en marketing, comercialización y gestión de clientes.
Y al final del camino están los costes reales. Es insostenible mantener durante mucho tiempo los precios promocionales de las aplicaciones, sobre todo cuando se genera una tasa de sustitución importante entre los formatos tradicionales y las nuevas plataformas.
Es el futuro pero, como decía el escritor William Gibson, está mal distribuido.