A muchos les sonará como las sempiternas alarmas y precauciones de los informáticos sobre la seguridad, pero Estados Unidos y Europa quieren tejer una red segura para la sociedad de la información. Obama lanza un plan para proteger a Estados Unidos en el ciberespacio y la Comisión Europea pide al Parlamento Europeo y a los gobiernos mayor protección contra los ciberataques.
Las amenazas a las redes digitales de la sociedad de la información podrían llegar a costar 250.000 millones de euros en Europa en los próximos diez años, según las estimaciones más pesimistas de la Comisión Europea. Obama reconoció la semana pasada que en los dos últimos años los ciberataques habían costado 8.000 millones de dólares a Estados Unidos. Mucho menos que el rescate bancario y de los grandes del automóvil, pero preocupante.
Los cibercriminales también atacaron las bases de datos de los votantes y donantes del presidente en su campaña electoral, pero Obama los tranquilizó asegurando que su privacidad está a salvo.
Nadie quiere padecer ciberataques como los de Estonia en 2007 o los sufridos por Georgia en la guerra de Osetia del Su. La sombra de una nueva guerra fría volvió cuando el presidente norteamericano apuntó que "tuvimos un atisbo de la cara futura de la guerra cuando los tanques rusos entraron en Georgia y los ciberataques neutralizaron las páginas de internet del Gobierno georgiano".
La OTAN es una de las organizaciones más preocupadas. Sus sistemas informáticos son atacados constantemente, según sus responsables. Y cuando el 77% de las empresas europeas trabajan con los bancos a través de internet y el 11% del comercio total es digital, todo el mundo quiere estar preparado para una amenaza global, difusa y a la que no se puede responder con métodos convencionales.
El cibercrimen es un fenómeno global en la era de la ubicuidad de las redes y las comunicaciones. Pero no hay ciberguerras parecidas a las convencionales. Una mayoría de expertos coinciden en que el cibercrimen es un fenómeno global y todavía no se ha podido probar la implicación de estados, a pesar de las acusaciones y denuncias contra China o Rusia. Ciberterrorismo, fraude, robos de identidad, operaciones de propaganda y desinformación, ataques a infraestructuras y ofensivas con botnets –robots que toman el control de ordenadores y servidores- son un peligro para los países, las empresas pero también y sobre todo para los consumidores.
Por eso es necesaria una defensa abierta, participativa y con confianza mutua, como la propia web. Obama nombrará un zar de ciberseguridad para coordinar a las agencias y departamentos de las administraciones norteamericanas y su estrategia se basa más en la defensa nacional que en la colaboración internacional. El Pentágono prepara también una nueva división militar para la ciberguerra, pero expertos como Evgeny Morozov no creen que los militares sean los más preparados para garantizar la ciberseguridad.
El plan europeo, enviado por la Comisión al Parlamento Europeo en marzo pasado, insiste en una mayor coordinación entre gobiernos y una responsabilidad compartida entre administraciones y empresas, dueñas y responsables de la mayoría de las redes continentales. Los norteamericanos quieren construir un plan de defensa entre sector público y privado con una fuerte orientación de seguridad nacional y económica. No se diferencia mucho del elaborado en 2003 por el anterior Gobierno de George W. Bush.
El enfoque europeo está más orientado a la protección de las infraestructuras y a mejorar su capacidad de recuperación con una mayor participación internacional y el convencimiento de que sólo con una amplia colaboración internacional la lucha contra las ciberamenazas será eficiente.
La Unión Europea quiere establecer estándares mínimos de seguridad compartidos entre los productores de hardware, los desarrolladores de software y los responsables de las redes. Y a través de ellos crear un tejido de información, confianza y participación que pueda responder adecuadamente y con los recursos de todos al peligro de amenazas tan distribuidas, difusas y a menudo poco identificables como las digitales.
Y mientras Europa pone el énfasis en la protección de los datos y la privacidad, el plan de Obama se preocupa por la "información comercial, la propiedad intelectual y las cuentas y datos de transacciones de los consumidores" propiedad de sus empresas. Lo que para algunos puede limitar la cooperación de otros gobiernos.
La Casa Blanca ha querido despejar dudas sobre el secretismo y violaciones de los derechos humanos y civiles de la Administración Bush. El plan afirma que no se espiará internet ni las telecomunicaciones y se respetará la privacidad y las libertades de los usuarios, puestas en riesgo si la lucha contra las ciberamenazas depende de los servicios secretos y si no cambia la forma de pensar de algunas autoridades y empresas, empeñadas en recolectar datos personales almacenados en bases de datos, que siempre pueden ser violadas, como advierte Gus Hosein de la London School of Economics.
Para Soitu.es