Tranquilidad en las televisiones autonómicas. Seguirán teniendo publicidad y dependiendo del dinero de los ciudadanos, al menos por ahora. La reforma de la financiación de la radiotelevisión estatal que el Gobierno ha enviado al Congreso no va con ellas. Silencio. Nadie protesta. Sólo las televisiones comerciales agrupadas en Uteca piden que la publicidad se retire también de las autonómicas a cambio del 3% de sus ingresos y del 1,5% de los canales de pago para financiar la televisión estatal.
Los concesionarios de canales de televisión autonómicos y municipales no tendrán que pagar para sostener a las televisiones de sus territorios. La bula protege también a los operadores de telefonía y cable de una sola comunidad. A diferencia de sus rivales nacionales no tendrán que sufragar con el 0,9% de su facturación a las televisiones públicas.
El telestado autonómico respira y calla mientras observa el nacimiento de una nueva RTVE sin publicidad. La televisión autonómica es carísima. Cuesta a cada hogar 119 euros de media por año frente a los 18 euros de la radiotelevisión estatal. Euskadi tiene la radiotelevisión pública más cara (168 euros según las últimas cifras), seguida de Cataluña, Galicia y la Comunidad Valenciana. Incluso nuevas televisiones, como la aragonesa o la castellano manchega superan los cien euros por hogar y año. Pero este melón nadie lo quiere abrir.
El año pasado las televisiones autonómicas facturaron algo más de 300 millones de euros de publicidad, un 11% del total, frente a los más de 500 de RTVE. Pero siguen perdiendo dinero. Las arcas públicas las sostuvieron con casi 800 millones sólo en subvenciones, a las que hay que sumar otras aportaciones y los gastos de una deuda de 1.500 millones. Mucho dinero. Tanto que ningún método de financiación alternativo podría sostener semejante coste. Pero, ¿quién renuncia al poder catódico?
Los ciudadanos pagan y el poder autonómico se consolida sordo al dinero devorado por la televisión.
Columna en los diarios de Vocento