¿Por qué los ciudadanos pueden disfrutar de una enorme y gratuita oferta de radiotelevisión pública y no de acceso y contenido similares en internet? Va siendo hora de que leyes y gobiernos se actualicen a la velocidad de sus ciudadanos.
Los servicios de información, cultura, educación, entretenimiento, identidad, pluralismo, participación y fomento de la sociedad de la información que justifican la radiotelevisión pública están en internet. Además son abiertos, participativos y con menos barreras a la publicación y difusión de contenidos. No dejan tanto espacio a la propaganda, así que los políticos no están tan interesados en una sociedad de la información sin su control.
¿Imaginan una red social de ciudadanos para una verdadera política P2P? ¿Y redes cívicas de ciudades, pueblos, autonomías o entre ciudadanos conectados libremente con acceso gratuito e ilimitado en espacios públicos? ¿Y por qué no poder disfrutar de los contenidos de dominio o titularidad pública desde cualquier lugar con cargo a lo que ya pagamos con impuestos?
Es hora de actualizar el manoseado artículo 20 de la Constitución para garantizar de forma efectiva, y hoy posible, la libertad de expresión, creación y comunicación de todos los ciudadanos. Eso implica dotar a la sociedad de la información de plataformas inclusivas y eficientes de acceso y gestión de contenidos públicos a través de acceso universal a la Red.
Animo a la Comisión del Mercado de las Telecomunicaciones. Ahora que quiere permitir wifi municipal gratuito con limitaciones para no obstaculizar la competencia debería ir más allá y promover una reforma legal para hacer real una sociedad de la información que debe servir a los ciudadanos además de engordar los resultados de las telefónicas.
Animo a sus señorías parlamentarias, especialmente a los devotos de blogs y redes sociales, a reformar el estado del bienestar analógico para promover la conexión entre los ciudadanos y el disfrute abierto y gratuito de los contenidos informativos, culturales o de entretenimiento que justifican las televisiones, las subvenciones al cine, a las artes, la ciencia o los museos. Y para impulsar la transparencia que permiten las herramientas de gobierno abierto y la administración electrónica.
Es efectivo, es barato, es simple, anima a la participación, fortalece la democracia, la cultura, la ciencia y puede acabar con algunas peleas estúpidas sobre subvenciones a unos pocos. Trasladen el estado del bienestar al ciberespacio y aprovechen sus ventajas para crear una sociedad más plural, culta y rica.
Y déjense de propaganda.
Columna semanal en Público