Sunday, December 19, 2004

Explicaciones insatisfactorias de El País

"Un periódico tiene la credibilidad que le dan sus lectores. Que la crítica está mediatizada por los intereses editoriales del grupo empresarial es una opinión que no comparto".


Ésta es la respuesta de Lluís Bassets, director adjunto de El País, a las acusaciones de censura del crítico Ignacio Echeverría.
Su negativa opinión sobre El hijo del acordeonista, la última novela del escritor vasco Bernardo Atxaga, llevó a la "congelación" de sus críticas en el diario de Prisa, propietario de Alfaguara, editorial de la novela.
El propio director del diario, Jesús Ceberio, tildó al escrito de Echevarría de "arma de destrucción masiva" contra Atxaga. No es la primera vez. Echevarría arrastra fama de terrible desde hace tiempo y es parte de su valor. En El País se conoce de sobra su estilo.
Tres meses después de la publicación de la pieza y tras un prolongado silencio del diario, el asunto ha acabado en un escándalo que ha llevado a la mayoría de los críticos y a un buen puñado de personalidades literarias a expresar su "preocupación por el daño que ha sufrido el crédito del periódico", a la que suman otra inquietud por "la posibilidad del futuro ejercicio libre de la crítica en las páginas de El País".
Entre los firmantes están Rafael Conte, Mario Vargas Llosa, Rafael Sánchez Ferlosio, Juan Marsé, Eduardo Mendoza, Félix de Azúa y 68 más. Ninguno sospechoso de estar contra el diario y Prisa.
Ya hace casi veinte años que el filósofo José Luis Aranguren atribuyó el papel de "intelectual colectivo" a El País. La expansión del Grupo Prisa le ha convertido más bien en un bastión cultural y económico. Un auténtico mandarín corporativo, diría Simone de Beauvoir.

Diez días después de la publicación de la carta en varios medios y bitácoras digitales, la Defensora del Lector de El País, Malén Aznárez, ha abordado la crisis literaria surgida por la estentórea despedida del crítico.
Esta vez no se ha tenido que inventar el artículo Arcadi Espada.
A la Defensora no le ha quedado más remedio que reconocer que las cosas no se han hecho bien, ni con el crítico ni con los lectores. La preocupación de los críticos y colaboradores demuestra la poca credibilidad de El País en este asunto.
Un diario con tan grandes intereses no puede mantener esa credibilidad cuando nunca cita que las editoriales, productoras y distribuidoras cinematográficas o musicales responsables de las obras reseñadas o criticadas pertenecen también al Grupo Prisa.
Malén Aznárez afirma que no hay censura porque el diario publicó la crítica. Es cierto. Y también que el diario tiene el derecho a no publicar opiniones --porque la crítica es opinión, no hechos-- si no las comparte.

La Defensora recuerda tres puntos importantes reseñados en el Libro de Estilo del diario:
1. La mejor forma de evitar el conflicto de intereses "es la transparencia interna que este periódico se compromete a mantener".
2. "En las informaciones relevantes de contenido económico o financiero referidas a cualquier empresa integrada o participada por el Grupo Prisa se hará constar que se trata del grupo editor de EL PAÍS".
3. "Prevalecerá el interés del lector".
Ninguno se ha respetado. El País no ha informado hasta hoy de la carta de Ignacio Echeverría, pese a haberla recibido.
Nunca hace constar que los libros de Alfaguara y de otras conocidas editoriales pertenecen a Prisa.
El conflicto entre el crítico y el diario ha prevalecido frente al interés de los lectores.
Lluís Bassets no reconoce ninguno de estos puntos en sus explicaciones a la Defensora. Acusa al crítico de "atacar personalmente" al escritor por sus posiciones políticas y morales, y argumenta que "un diario como EL PAÍS es ecléctico y plural por definición en cuestiones estéticas".
El País, sus colaboradores y columnistas (incluso los editorialistas) descalifican personalmente en ocasiones a gente. Siempre que están en contra de acciones indisociables de la persona que las comete. Así ocurría en el caso de Atxaga y por ello lo atacaba el crítico.
Bassets se sorprende de la carta abierta y acusa a Echeverría de no "conceder siquiera 24 horas al diario para su publicación", pero no dice que ya había respondido el 29 de octubre a una carta anterior del crítico pidiéndole razón de la orden de "retener" sus críticas.
Las explicaciones de Bassets no convencen porque uno de los mayores problemas para la independencia de El País es su posición de líder de un gran grupo con intereses en diversos negocios.
El periodismo corporativo (corporate journalism, como se llama en Estados Unidos al dependiente de intereses empresariales) amenaza gravemente la calidad, rigor e independencia del "intelectual colectivo".
Malén Aznárez reconoce algunos fallos. ¿Cambiará algo más en El País y la Ser (otro instrumento casi perfecto de periodismo corporativo)?
El límite entre el abuso y las sinergias es a menudo borroso.

P21 | Crisis literaria en El País
P21 | La tentación de perfeccionar la realidad
P21 | El misterioso caso del artículo desaparecido
P21 | El País 10.000
Periodista Digital | Documentos de caso Echeverría