La gratuidad de internet peligra. Es la advertencia de los anunciantes, los medios y las empresas digitales ante la presión de los gobiernos para aumentar las limitaciones a la publicidad en internet y los móviles. ¿Quién pagará los 38 euros mensuales en los que se valoran el correo, la mensajería, los buscadores, las redes sociales, los vídeos, la música y el resto de contenidos y servicios gratuitos de internet? La privacidad de los usuarios es más importante, argumentan los gobiernos y reguladores.
La directiva europea sobre privacidad en telecomunicaciones obliga al consentimiento previo y expreso de los usuarios para admitir la publicidad digital basada en el comportamiento. Ni una cookie, esas pequeñas herramientas para recopilar información sobre la navegación, sin la aceptación previa, libre y explícita del usuario en cada navegador o en cada publicidad.
La industria lanza el grito de alarma. La economía de los datos permite funcionar a la publicidad en internet y los medios digitales. Sin herramientas para hacerla más efectiva, la gratuidad sería inviable.
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