En las televisiones autonómicas están preocupados. La catalana TV3 teme una reducción de su presupuesto con el nuevo gobierno de CiU. Telemadrid escucha a la presidenta Esperanza Aguirre repetir sus ganas de privatizarla. En la vasca ETB la secuela de tantos años de dirección del PNV aún divide. En el resto siguen los ajustes por la falta de dinero de las autonomías.
Y la audiencia huye: si a final del primer año del apagón analógico llegaron a mínimos históricos, en enero han vuelto a perder espectadores y sólo TV3, TVG y Canal Sur superan el diez por ciento de la audiencia.
Sólo las elecciones de mayo frenan más ajustes por su uso político mientras las privadas piden el fin de la publicidad, a imitación de RTVE. Cada vez más dudan de su sentido y, sobre todo, de una televisión tan parecida a las cadenas comerciales.
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