"El caudal de la Red no sólo no anula la necesidad del periodismo en su más estricto y tradicional significado, sino que más bien la acentúa y potencia", dice la profesora M. Pilar Diezhandino en Periodismo en la era de internet, el libro promovido por la Fundación Telefónica que presentaremos mañana en la Casa de América Miguel Barroso, Juan Zafra, Mario Tascón y los autores y promotores del libro.
Y es cierto, pero también que el periodismo ha cambiado para siempre por la influencia de la tecnología y la mayor apertura y participación social permitida por internet.
Quizá, quienes menos sepamos y hayamos podido todavía reaccionar somos los propios periodistas. Este trabajo es creativo, pero también muy rutinario y necesita de asideros que en los últimos diez años han sido removidos por el público, la tecnología, los propios medios, las fuentes y, también, el propio oficio.
Las tres paradojas que plantea en el volumen José Fernández-Beaumont son desafíos a los que nos enfrentamos.
"Paradoja 1: aumenta el consumo de internet, pero no cuaja una nueva forma de presentación.
Paradoja 2: los sistemas de validación de la información (fuentes) se sacrifican en aras de la actualidad. ¿Qué sucede con la credibilidad?
Paradoja 3: en el periodismo digital no se han consolidado nuevos géneros de tratamiento y presentación de la información".
Sí hay nuevas formas de presentación o visualización de la información, del hipertexto a la multimedia llegando a los mashups y la visualización dinámica de datos.
La actualidad manda, tanto que aquí si convengo en que la credibilidad y el rigor queda muchas veces afectada.
Sobre los géneros, hace tiempo que no recordaba una riqueza tal, aunque el imperio del despacho de agencia y la pirámide invertida ahogue a veces otras voces y estilos. Pero existen y cada día se desarrollan más.
Otra cosa es cómo los categorizamos, estructuramos y hacemos canónicos.
El análisis de diarios impresos y digitales del libro lleva a la conclusión de que los males del periodismo afectan a todos, más allá del soporte. La mayoría de esos males sólo se pueden tratar si se cambia el propio negocio del periodismo, se estimula la calidad y se reestructuran las redacciones.
El periodismo digital ha traído algunos males propios, pero sobre todo ha exacerbado y dejado a la vista de todos los que ya veníamos sufriendo.
La tarea del periodista sigue siendo contar historias. Apoyados ahora en más tecnología que nunca, capaz de ayudar en el procesamiento de información, pero también, y sobre todo, canalizadora de la participación del público y estimulante para construir nuevos procesos de criterio social y periodístico.
Por eso cada vez más los medios quieren ser redes sociales construidas sobre la información y los contenidos, periodísticos y del público.
Señalaba Jean François Fogel hace poco tres rupturas en el periodismo en internet: de la red fija al móvil, el usuario como miembro de una red social y el interés por la experiencia en lugar del conocimiento.
La solución pasa por la tecnología, la creatividad, la gestión social de los contenidos y nuevas formas de narrar.
Nada que no haya ocurrido otras veces en la historia del periodismo. Pero ahora nos toca a nosotros y el cambio de era a veces aterra. Pero bienvenida sea la destrucción creativa. Eso sí, hay que empeñarse y empujar.