La superministra de Defensa, Carme Chacón, ya está en Líbano después de su viaje a Afganistán. Y otra vez la polémica. Pero la ministra lo tiene claro: quiere viajar donde están las tropas españolas antes de que su embarazo se lo impida. Loable.
Pero, ¿por qué esos viajes? ¿son necesarios para un ministro de Defensa?
En la política de la imagen los actos y su retransmisión son lo que vale y queda en la retina del público. Chacón quiere demostrar sus dotes para ser ministra de Defensa sin impedimentos ni por ser mujer ni por estar embarazada. Sólo la derecha más rancia y el machismo agazapado entre ciertos liberales y progres se lo niega.
Pero la operación imagen de Chacón es mayor. Su carrera para más altas cotas está lanzada y promocionada por el propio presidente José Luis Rodríguez Zapatero y su círculo más íntimo.
Chacón viajó a Afganistán con un equipo de Yo, dona, la revista femenina de El Mundo, y dejó fuera del avión imprescindible para llegar a la misión española a un periodista de Efe.
Pero la operación era obligada y estaba cuidadosamente preparada en ese círculo íntimo que imagina que la primera mujer presidenta del gobierno en España debe ser socialista (con permiso de la lideresa Esperanza Aguirre).
En ese círculo están Miguel Barroso, esposo de la ministra Chacón; José Miguel Contreras, consejero delegado de La Sexta, y Antonio García Ferreras, director de informativos de la cadena.
Alrededor de ellos se teje una red de contactos en la que no es ajeno el director de El Mundo, Pedro J. Ramírez.
Y Chacón se fue a Afganistán con un reportaje para Yo, dona realizado por un equipo de tres personas encabezado por Ana Pastor, la presentadora del programa 59 segundos, producido por Imagina, el holding de La Sexta, y persona muy bien relacionada con García Ferreras. Al frente de la dirección de la revista, Charo Izquierdo, periodista con relación familiar con Miguel Barroso.
Otra vez la política de la imagen se impone a la realidad. De la gestión de Chacón se hablará cuando sea tiempo para ello, pero por ahora sólo se habla de su decisión y su exhibición de feminidad y maternidad como conjuro contra los ataques sufridos por las nuevas ministras del gobierno Zapatero.
Y con ella un equipo de médicos militares para cuidar los siete meses de su embarazo. ¿No es todo excesivo?
Puede, pero una carrera política diseñada por expertos en imagen tiene sus obligaciones.