¿Puede un país ser el mismo tras un gobierno con dos especialistas en biogenética como ministros?
El presidente José Luis Rodríguez Zapatero ha escuchado las predicciones de que la biología es la revolución del siglo XXI como la física y la informática lo fueron en el siglo XX para incluir a dos científicos especialistas en biomedicina en su gabinete.
Bernat Soria ya estaba desde la remodelación de julio de 2007. Ahora se suma Cristina Garmendia, investigadora, emprendedora y presidenta de Genetrix, una de las empresas españolas punteras en biotecnología.
Zapatero parece haber dejado atrás en énfasis en el republicanismo, azotado por la crispación y los medios de la derecha, para decidirse ahora por la biopolítica como la gestión de sistemas no lineales que afectan a la vida y las poblaciones humanas.
Ningún país del mundo tiene esta concentración de especialistas en células madre en su gobierno. El tiempo de la política posthumana llega.
La ciencia está en los ministerios. Ojalá sea para bien. Hace mucha falta.
Cristina Garmendia se ha declarado preocupada por cómo afectará la crisis a la inversión en I+D y por la necesidad de que los centros de investigación españoles no vivan al margen de la economía.
Ideas imprescindibles para sus nuevas tareas. Quienes la conocen dicen que es mejor gestora y emprendedora que investigadora. Buen currículo para una ministra.
En el primer gobierno español con más mujeres que hombres, Garmendia está en contra de la paridad impuesta. Se lo tendrá que contar a Bibiana Aído, nueva ministra de Igualdad.
Si Garmendia es una esperanza con su cartera de Ciencia, Innovación y Tecnología, Aído es la sospecha de la vieja política: siguen las cuotas y los ministerios sin poder real.
Zapatero es un político astuto. Asume tendencias nuevas y es capaz de convivir con las más viejas de los aparatchik. El gobierno parece hecho a cachos de poder y ambición territorial.
La propia Cristina Garmendia representa una nueva cuota vasca ahora que el horizonte de arrebatar el gobierno de Euskadi al PNV figura en los planes de Ferraz.
Manuel Chaves mantiene la cuota andaluza con el fracaso Magdalena Álvarez y suma a la nueva ministra de Igualdad para pesar de Leire Pajín.
La cuota catalana la aseguran Carme Chacón, primera ministra de Defensa en la historia de España, y Celestino Corbacho, inmigrante, ex alcalde de L´Hospitalet y nuevo ministro de Trabajo e Inmigración. Otra área fundamental para los desafíos de este siglo XXI.
Los catalanes pierden Industria, una de sus carteras preferidas, pero la carrera al estilo Michelle Bachelet de Chacón para una futura candidatura a la presidencia ha comenzado.
Se mantienen tres ministerios para gallegos: Elena Salgado, Elena Espinosa (que asume Medio Ambiente, veremos cómo casa con Agricultura) y César Antonio Molina, el hombre de letras del ejecutivo.
Zapatero sabe que las próximas elecciones gallegas son clave para arrebatar el dominio popular de la comunidad, batir a Rajoy (si llega) en su patria chica, y consolidar un gobierno socialista, a poder ser sin el BNG.
Al final no hubo gobierno más pequeño por áreas, como se había anunciado. Dicen que la vice María Teresa Fernández de la Vega se negó.
Solbes se deshace de su antipático Caldera, que paga apresuramientos de la campaña electoral. Pero el presidente repite la operación Faes de su predecesor Aznar y encarga al ex ministro el laboratorio de ideas que ponga fin al lío de los think tank socialistas.
Y vuelve Miguel Sebastián (mensaje a Solbes: no se puede ganar siempre, a compartir responsabilidad de nuevo) tras la fracasada operación contra Gallardón junto a Beatriz Corredor, otra promesa del PSOE madrileño.
Moratinos, Cabrera, Bermejo y el deseado e incombustible Alfredo Pérez Rubalcaba, siguen.
Los próximos tiempos medirán la fuerza de la innovación y el peso de la inercia.