Al principio fue MySpace. Y la música aprendió las ventajas de la red social. Ahora Radiohead lanza W.A.S.T.E. Central. Un acrónimo, no la palabra inglesa. Una querencia de la banda de rock empleada ya desde 1999, cuando empezaron a comunicarse con sus fans por correo electrónico.
La inspiración está en Thomas Pynchon y las aventuras de Edipa Maas en su novela La subasta del lote 49. W.A.S.T.E. era como el correo, pero este conectaba oscuras organizaciones a lo largo de los tiempos: We Await Silent Tristero´s Empire es el nombre completo del correo misterioso.
Radiohead, liberado de la tiranía de las discográficas, apostó primero por el precio flexible de In Rainbows y ahora va más allá de la distribución de su música en la internet y en las redes sociales para convertirse en su propia plataforma social.
Algunos precursores aprendieron hace ya tiempo la fascinación de agrupar a sus seguidores más allá del club de fans. David Bowie fue, como casi siempre, un pionero con BowieNet Blogs.
¿Por qué, si la gente crea webs en homenaje y para seguir a sus artistas, no pueden los artistas agruparlos en su propia red?
Redes libres, o al menos independientes, para los contenidos. Como están intentando los medios para aprovechar el carácter pegajoso de los contenidos.
Su atracción.
Los músicos pueden sumar además la fascinación que ejerce sobre los fans estar cerca del mito. Aunque sea virtualmente.
Y, por supuesto, puede ser un buen negocio, como ya han adivinado otros artistas y sus managers.
Pero el arsenal 2.0 de Radiohead no queda en el empleo de la plataforma de Ning, una compañía que ha empezado a extender la idea de redes sociales propias entre músicos, artistas o empresas.
La cultura de la remezcla, la fan culture, también ha llegado al grupo con el lanzamiento de Radiohead Remix. Una invitación a sus fans para crear sus propias versiones de su último single Nude. Pero eso sí, antes se pasa por caja. Todos los canales instrumentales de Nude se compran en iTunes. Pagar por los elementos para la obra derivada. Eso sí es una expansión inteligente de los derechos de autor. No pagas por la obra final, sino por las piezas para montarla.
Pura ingeniería aplicada al pago por contenidos. Nuevo negocio para la música más allá del anterior experimento de la banda de cobrar la voluntad del internauta por su último álbum.
Y, por supuesto, con widgets para promocionar viralmente el concurso y a los participantes.
Radiohead, sin duda, está explorando nuevos modelos de negocio para una música que cada día vale menos.