Las nueve mujeres y ocho hombres del nuevo gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero prometieron hoy sus cargos ante el Rey. Todos utilizaron la fórmula de la promesa, reglada desde 1979, pero ante ellos, en primer plano: un crucifijo.
¿No es hora de acabar con este anacronismo?
Si el estado es aconfesional según el art. 16.3 de la Constitución debería retirarse ese símbolo religioso presidiendo la ceremonia de nombramiento de los ministros.
En la mesa, una Constitución de 1978 y una biblia, soportes para el gesto del que promete o jura. Con eso debería bastar, aunque incluso debería preverse que en el futuro un creyente de otra religión llegase a ministro de este Reino.
Las formas y los símbolos son importantes en la democracia. Una sociedad plural, aconfesional y multirreligiosa como la española debería abandonar algunos atavismos que perpetúan el dominio del catolicismo y su iglesia por encima de otros credos y confesiones.