La fama y la honra se siguen comprando con dinero. No hay duda. La caridad puede con todo cuando el guante que entrega las monedas desprende el olor del poder. Bill Gates y su esposa Melinda han sido propuestos para el Premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional 2006 por varias personalidades e instituciones culturales de todo el mundo.
O sea que el hombre que entrega disidentes en China, censura la libertad de expresión en varios regímenes dictatoriales, intenta sostener un monopolio informático pese a las presiones y las multas internacionales (entre ellas la Unión Europea) puede ser nombrado gran príncipe de la caridad por sus donaciones que desgravan impuestos.
No dudo de la genialidad del personaje y mejor que dedique algo de su riqueza a las buenas obras que guardarla en su mansión cibernética. Pero la candidatura es un sarcasmo. Los Premios Príncipe de Asturias patinan por las lomas del poder y el dinero.