El presidente electo de los Estados Unidos, Barack Obama, está dispuesto a mantener la red social y el apoyo de los dos millones de voluntarios que le ayudaron en myBarackObama.com en la campaña electoral, además de otros cinco millones en otras redes sociales en internet.
Y por eso pregunta a sus más fieles seguidores, los participantes en myBarackObama.com, en qué están dispuestos a apoyar al 44 presidente de los Estados Unidos y primero de la era digital y la web 2.0.
Obama sigue las buenas reglas del CRM (customer relationship management) para mantener activa su red de voluntarios, a la que ya informa directamente a través de otra web, Change.gov, de sus progresos en la etapa de transición con George W. Bush.
Por eso ha lanzado una encuesta en internet para saber cómo son sus partidarios, con qué minorías se identifican y cuáles son las actividades en las que están más dispuestos a colaborar: ayudar a comunicar las nuevas leyes, colaborar en la elección de cargos públicos locales afectos al nuevo presidente, entrenar a nuevos voluntarios o trabajar en políticas locales.
El paso es enorme. Y a muchos les da miedo que un presidente pueda llegar a tener semejante cantidad de datos e información sobre sus electores voluntariamente.
David Plouffe, manager de la campaña, ha enviado un correo electrónico a todos sus seguidores para conocer su voluntad de seguir vinculados a la política y la movilización inspirada por el nuevo presidente.
Es la respuesta a la pregunta de cómo gobernará Obama. Por ahora parece claro que esa empatía, intimidad y activismo lograda con esas personas que formaron 35.000 grupos de voluntarios o el millón que se apuntaron a los mensajes SMS de la campaña no se va a desperdiciar.
La apuesta por la democracia conectada que predica Obama sigue. Nunca un político ha logrado un capital social tan inmenso. Roosevelt o Kennedy sólo pudieron fascinar a las masas a través de la radio y la televisión. Obama quiere continuar en contacto, diálogo y en permanente interacción con sus seguidores.
Es el primer presidente de un país con red social propia. Las implicaciones son enormes. El movimiento de los últimos años para reconstruir el tejido social de la política ha encontrado su máxima expresión en Obama. El desafío es ver cómo se utiliza el enorme poder de la red para mejorar la democracia y si no se convierte en un instrumento poderosísimo de manipulación.