Obituario | Roberto Bolaño | Blanes | Barcelona | julio de 2003
"Durante un tiempo la Crítica acompaña la Obra, luego la Crítica se desvanece y son los Lectores quienes la acompañan… Luego los Lectores mueren uno por uno y la Obra sigue sola…"
"Antaño los escritores de España (y de Hispanoamérica) entraban en el ruedo público para transgredirlo, para reformarlo, para quemarlo, para revolucionarlo… Hoy su ejercicio más usual de la escritura es una forma de escalar posiciones en la pirámide social, una forma de asentarse cuidándose mucho de no transgredir nada… son mucho más vulgares. Y se comportan como empresarios y como gángsters". Roberto Bolaño. Los detectives salvajes
Debajo de esa cara y ese pitillo sólo podía vivir la pasión de la literatura. Arturo Belano y Ulises Lima ya pueden perseguir a su autor entre exilios, putas, ciudades, renglones y pasión.
Roberto Bolaño ha muerto. ¿O será ficción? ¿Lo habrá matado Javier Cercas en una edición putativa de Soldados de Salamina? Uno de los pocos autores modernos de los últimos tiempos calla, sigue su obra hasta que palmen sus lectores, pero años después la redescubrirá otro crítico o Google Books. De los pocos que han aportado algo más a la desbocada publicación de ¿literatura? en castellano que repetición y título tras título en pos de poltrona, favor o vanidad, como él denunciaba.
Como en Retrato del artista adolescente, como en Ulysses, Bolano anduvo el camino infinito de la literatura con vidas vividas por otros pero tan reales como la propia.
En Los detectives salvajes trazó la genealogía de una generación universal a verso de Baudelaire, aporreo de rock y citas de Malcolm Lowry. Su reconstrucción de la huida de los protagonistas son las voces de un gran diario de 20 años de duración.
Bolaño no escribirá más, no murió haciendo el amor como deseaba, pero quedan sus textos de escritor moderno que nunca jodió con su erudición.