The Guardian (entonces en Manchester), remedo de diseño de la edición de 1821. La celebración de The Guardian sirve para reflexionar no sólo sobre la evolución del diseño y la tipografía, sino sobre la evolución del interfaz de los medios y la información.
Cada época, cada medio y cada soporte tiene su interfaz: la conexión gráfica entre los objetos, las funcionalidades y los usuarios.
Encontrarse con el viejo diseño de un diario de 1821 (optimizado por necesidades técnicas de la web) permite reflexionar sobre la necesidad de explorar y crear nuevos interfaces para la información en la era multipantalla y táctil.
Abundar en cómo la interfaz es clave no sólo para la usabilidad, sino también para comunicar mejor la información a usuarios que la consumen de diferentes formas, con más personalización o en el flujo social, y en diferentes situaciones y dispositivos. Pero con un objetivo común: mejorar la comprensión y la experiencia de usuario.
Por eso cada vez son más necesarios la edición y los medios contextuales. Optimizadores del acceso a la información y los contenidos, gestores del criterio social y apoyados en algoritmos para descubrir la información más interesante para cada persona.
Un filtro para la economía de la abundancia que no puede volver a convertirse en las columnas abigarradas de los viejos diarios.