En la economía de la abundancia lo más escaso es la atención. Lo más valioso sigue siendo el consejo de un amigo, de una persona con los mismos intereses. En un mundo donde las identidades digitales se relacionan a través de las pantallas lo más necesario es encontrarse y confiar. La era de la explosión de los contenidos comienza a llegar a su fin. Tanta abundancia abruma. Desde la información a la música pasando por el código informático y hasta el ADN se convierten en un commodity donde la ignorancia y la banalidad amenazan la prometida sociedad del conocimiento. Por eso muchos buscan lugares cómodos, donde encontrar amigos y sus recomendaciones. No basta con participar en varias redes sociales. Si tu reputación lo vale y eres capaz de llamar la atención puedes construir tu propia red social. Crear una comunidad y ser su líder a través de los contenidos, el criterio social y la interactividad.
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