Recibes una invitación. Otra red social, otro servicio donde estar y compartir contenidos y contactos. Y otra vez a decidir dónde te quedas, qué usarás más. Y a copiar otra vez tus datos, tus contactos y comunidades, los contenidos que quieres compartir...
Un peñazo, ¿es esto una red o un armario lleno de cajas de zapatos (a menudo vacías)?
Hasta ahora, lo segundo. El negocio de los medios era los contenidos. El de los buscadores, encontrarlos. El de las redes sociales, la gente. MySpace abre sus contenidos y perfiles para conseguir que más personas utilicen esta red social como nodo y distribuidor para todo el resto de servicios y redes en los quieran estar.
La era de la saturación vuelve a estallar. Primero fue con los contenidos hasta convertir a los medios en repetitivos e irrelevantes. Ahora son las redes sociales: servicios similares que brotan continuamente y obligan a los usuarios deseosos de socialización a correr de uno a otro, muchas veces para hacer las mismas cosas y, la mayoría, para relacionarse con la misma gente.
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